Durante el proceso de negociación para la reforma del actual modelo de financiación autonómica, los principales partidos catalanes, las tres formaciones que gobiernan la Generalitat -PSC, ERC y ICV- y el principal partido de la oposición, CiU, han maniobrado para que Cataluña recibiese más recursos por habitante que la mayoría de las comunidades.

El conseller de Economía y Finanzas de la Generalitat, Antoni Castells, activó desde el principio un frente de intereses con Madrid, la Comunidad Valenciana y Baleares. Sin embargo, las diferencias partidistas -las dos primeras están gobernadas por el PP- y la misma denominación de la plataforma, llamada de comunidades ricas, provocaron que Castells tuviera que recoger velas, escandalizado, según admitió él mismo, por tan desafortunada nomenclatura.

Pero el gurú de la economía catalana y el frente catalán no cejaron en su empeño para intentar imponer al Gobierno de Zapatero una limitación de la solidaridad a los gastos de salud, educación y asuntos sociales, que supondría limitar la redistribución de los ingresos del sistema entre el 65% y el 75%.

A CiU, en la oposición, le cuadró el trato por el desgaste que asumía el PSC, y se apuntó de inmediato a la plataforma por entender que era una forma de acortar camino hacia la Generalitat. Vincular su posición en Madrid a una reforma de la financiación satisfactoria para Cataluña -y a una sentencia con el mismo signo del TC sobre el Estatut-, no le resultó nada difícil. En estos primeros meses de legislatura, su portavoz en el Congreso, Josep Antoni Duran i Lleida, abandonó el papel de socio leal y asumió el rol de opositor puro y duro.

Dado que el PSC apadrinaba el frente catalán, para ERC no era ninguna contradicción romper con los socialistas en España y mantenerse en el tripartito. Y para el PSOE resultó un alivio sacudirse el apoyo de un socio que en la legislatura pasada le metió en más de un lío y ayudó a que el PP pudiera construir el "España se rompe". Con Joan Ridao, ERC no se ha salido en la Cámara Baja de su guión.

El líder de ERC, el ex portavoz en el Congreso Joan Puigcercós, cultivó ayer misma otra variante utilizada por el frente catalán: el victimismo. Entre los que critican el sistema asimétrico que defienden ellos, el dirigente independentista apreció "un punto de racismo". Y como siempre, Andalucía como referencia del agravio: "Cuando Cataluña levanta el dedo y defiende lo que le toca, y justo ahora que Zapatero se ha puesto a negociar el sistema, Andalucía y la señora De Cospedal levantan su dedo".

El partido más activo en su cruzada asimétrica ha sido el PSC. En los últimos tiempos, espoleados por la barra libre de la que goza en el Grupo Socialista en el Congreso, el sector más duro de los diputados catalanes ha filtrado que si el nuevo sistema no satisface a Cataluña, las relaciones con el PSOE cambiarán, y que puede incluso que los ministros Carme Chacón (Defensa) y Celestino Corbacho (Trabajo e Inmigración), dejen el Gobierno.

ICV, con Joan Herrera como artillero, está en plena sintonía con el PSC, aunque él, desde la legislatura pasada, se ha especializado en Magdalena Álvarez con el beneplácito de los compañeros catalanes de la ministra de Fomento.

Esta permanente espada de Damocles que sufre el PSOE con el PSC en la Cámara Baja, y su influencia en la negociación de la reforma de la financiación, ha provocado que recientemente algunos destacados diputados socialistas de Andalucía hayan recomendado a la dirección regional de su partido cambiar de estrategia y hacerse notar más como "el grupo mayoritario en el Grupo Socialista".

Un histórico dirigente del PSOE apuntó que la estrategia del PSC "nos está llevando a que el vecino del quinto, que goza de las mejores vistas y del mejor piso, quiera decidir sobre el destino del bloque entero, plagado de problemas, cuando sólo le interesa arreglar el jardín de su ático". "Si sólo te preocupa Cataluña, ¿qué puedes aportar para el conjunto de España?", sentenció.