Sevilla

El debate sobre la eutanasia

  • Cuatro expertos ofrecen su visión sobre la actuación de los médicos en los casos de personas enfermas que quieren poner fin a sus vidas

El presidente de la Real Academia, Jesus Castiñeiras, en el centro, con los doctores que intervinieron en la mesa redonda.

El presidente de la Real Academia, Jesus Castiñeiras, en el centro, con los doctores que intervinieron en la mesa redonda. / M. G.

La eutanasia (del latín, “buena muerte”, “muerte apacible”), es el acto de poner fin deliberadamente a la vida de una persona para aliviar el sufrimiento. Por ejemplo, se podría considerar eutanasia si un médico le dio deliberadamente a un paciente con una enfermedad terminal un medicamento que de otro modo no necesitaría, como una sobredosis de sedantes o relajantes musculares, con el único objetivo de acabar con su vida.

La eutanasia debe diferenciarse del suicidio asistido, que es el acto de ayudar deliberadamente a otra persona a suicidarse. Si un familiar de una persona con una enfermedad terminal obtuvo sedantes fuertes, sabiendo que la persona tenía la intención de usarlos para suicidarse, se puede considerar que el familiar está ayudando al suicidio.

En los países donde está legalizada su práctica, la eutanasia se realiza a petición reiterada del paciente y con la supervisión de un equipo médico. En el año 2021 la eutanasia está despenalizada y tiene una legislación específica en Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia, España, Nueva Zelanda y algunos estados de Australia. Para tratar este tema de tanta actualidad y al mismo tiempo complejo, en la Real Academia de Medicina de Sevilla ha tenido lugar una mesa redonda en la que han participado cuatro académicos expertos en el tema, que fue moderado por el presidente de la Real Institución, el doctor Jesús Castiñeiras.

El doctor José María Rubio, en su charla titulada: “La atención médica al final de la vida, circunstancias y límites: La Objeción de conciencia”, opina que cuando un enfermo le pide que lo ayude a morir, el médico duda, se pregunta ¿Qué debo hacer?, un dilema difícil más allá de la legalidad vigente y de la objeción de conciencia. Cada paciente requiere su propio cuidado, cada momento su decisión y cada decisión tiene sus límites.

La asistencia al final de la vida genera problemas morales a los médicos, dudas sobre la capacidad y competencia del enfermo y sus razones para adelantar la muerte complicadas muchas veces por las circunstancias inapropiadas, los escenarios posibles y las dificultadas para deliberar. La decisión última la va a tomar generalmente el médico con lo que las leyes despenalizadoras de la eutanasia y las reguladoras de la ayuda médica al morir, promulgadas para dotar al paciente de un control individual sobre su muerte, muchas veces van a terminar potenciando el poder del médico cuando no aumentando el riesgo de los pacientes más vulnerables.

La objeción de conciencia, el rechazo de un médico a realizar un acto que considera intrínsecamente malo, constituye un deber moral y un derecho del médico cuando surgen conflictos entre su obligación profesional y su ética personal, pero la conciencia puede estar equivocada, de ahí la necesidad de obrar siempre responsablemente al servicio del enfermo.

El doctor Carlos Martínez Manzanares, en su intervención titulada “Las personas mayores y su derecho a la eutanasia”, opina que en España hay unos 8 millones de mayores, muchos superan 80 años, viven solos y tienen alguna incapacidad. Les preocupa la salud, economía, soledad no deseada y el sufrimiento. Sus decisiones sobre eutanasia se pueden influir por: vulnerabilidad por fragilidad biológica, funcional, psíquica y afectiva; incapacidad, síntomas incontrolados, depresiones y deterioros cognitivos. La autopercepción de inutilidad y rechazo, de ser una carga familiar. El maltrato físico, psíquico, económico (familiares, cuidadores e Instituciones); suplantar su autonomía; desinformación de alternativas e inducciones externas. Se recomienda testamento vital legalizado.

Por su parte, el doctor Jaime Boceta considera que el “Deseo de adelantar la muerte” ocurre ante síntomas y problemas físicos (actuales o previsibles), psicológicos, existenciales, y sociales (sentirse una carga). Es una petición de ayuda para evitar un sufrimiento intolerable. La respuesta recomendada es una intervención intensiva en las esferas física, psicológica, social y espiritual, considerar la retirada o no inicio de medidas que prolongan la vida, y la sedación paliativa si el sufrimiento es refractario, éticamente correctas según la OMC y el Comité de Bioética de España.

Por último, el doctor Carlos Infantes, centrándose en la “Actitud institucional ante las leyes que generan conflicto ético”, opina que ante las leyes, cualquier colectivo profesional moral o intelectual tiene la obligación de respetarlas y cumplirlas, pero tenemos el deber de evitar que la baja capacidad económica suponga un estímulo para su aceptación, discriminando con ello a las clases más desfavorecidas.

El mantenimiento de la vida a costa de un sufrimiento del paciente, no tiene como única respuesta la eutanasia y sí el concepto bien extendido hoy día de los cuidados paliativos. Tener que recurrir a la lisis asistida supone un fracaso de la medicina, pero si la sociedad lo demanda como consecuencia de que la sanidad no tiene capacidad organizativa para ayudar a determinados enfermos, se convierte en un fracaso político.

La mesa redonda contó con una cualificada asistencia y con una importante participación por parte de los presentes. Con este tipo de actos la Real Academia de Medicina cumple con una función esencial con la sociedad como es la de informar con la objetividad suficiente al margen de cualquier ideología. dio centenar

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