Muerte de Julen

Multitudinario adiós a Julen

  • El respetuoso silencio llenó ayer la plaza del tanatorio de El Palo y el entierro se realizó en la estricta intimidad 

  • Miembros de bomberos y Protección Civil acudieron al sepelio en el que también participaron los alcaldes de Málaga y Totalán

El tanatorio de El Palo, abarrotado de dolientes

El tanatorio de El Palo, abarrotado de dolientes / Marilú Báez

La perseverancia, la fuerza con la que se buscó a Julen hasta el final, el compromiso de no desistir ante tantos problemas y la unión sin fisuras fueron lecciones dadas y aprendidas en Totalán desde el pasado 13 de enero. También durante los dos últimos días, en el tanatorio de El Palo. Allí, el calor humano volvió a ser protagonista con el ánimo de compartir el dolor, de poder asumir una parte que sirviese para aliviar el peso a unos padres destrozados.

Si la llegada del féretro el pasado sábado fue esperada por medio barrio de El Palo, ayer ya no se cabía en el cementerio para dar el último adiós al pequeño. La Unidad de Prevención y Reacción de la Policía Nacional separaba el territorio en el que podía trabajar los medios de comunicación. Era una protección de doble sentido, por un lado para velar por la seguridad de los que ejercen el derecho a la información y, por otro, para intentar dar a la familia la mayor intimidad posible y evitar que las cámaras traspasasen el cordón policial.

Pero ese momento íntimo que solicitaron los dolientes se hizo imposible cuando centenares de personas, seguro que muchas desconocidas para la familia, quisieron estar cerca del pequeño Julen. Lo sintieron tan próximo en las últimas dos semanas, hicieron tan suya las esperanzas de un rescate exitoso y el temor del fracaso, que su presencia era más que nada una necesidad.

Han hecho tan suya la tragedia, que su presencia era más que nada una necesidad

La plaza de la calle Dámaso Ruano, con el gigantesco eucalipto en el centro, se convirtió en un mar solidario de gente que quiso estar ahí en cuerpo, igual que lo hizo en alma en Totalán, con los bomberos, con la Guardia Civil y los mineros dentro del túnel, siguiendo al minuto cada minúsculo avance para llegar al pequeño. En la sala del tanatorio velaban los padres a su hijo. El alcalde de Málaga y el de Totalán acudieron al sepelio. También mostraron su respeto silencioso miembros del Consorcio Provincial de Bomberos, su presidente Francisco Delgado Bonilla, de los bomberos de Málaga y de Protección Civil

Los padres de Julen, a la salida del entierro. Los padres de Julen, a la salida del entierro.

Los padres de Julen, a la salida del entierro. / Marilú Báez (Málaga)

Poco después de las 12:30 salieron los familiares hacia la sala donde descansaba el féretro y comenzaron a salir una tras otra coronas de flores hacia el cementerio. Una de ellas llevaba un osito de peluche y hacía recordar lo injusto del desenlace. Después, el ataúd portado bajo para evitar el objetivo de las cámaras. Los vecinos de El Palo, tras el sobrecogedor silencio previo, rompieron a aplausos cuando el cuerpo del pequeño cruzó las puertas del camposanto.

El último adiós estuvo reservado para los más cercanos a Julen. Jamás el pequeño hubiera supuesto que en su corta vida iba a ser capaz de generar tanta solidaridad, tanto cariño a su alrededor. Pocos se quisieron mover de la plaza cuando la comitiva entró para asistir a la inhumación. Esperaban la vuelta de la familia, querían permanecer declarando así que su apoyo no era momentáneo.

Jamás el pequeño se hubiera supuesto que en su corta vida iba a ser capaz de generar tanta solidaridad

Custodiados por la Policía, a las 13:15, el padre, la madre, los abuelos y allegados salieron del cementerio consternados y arropados por el aplauso de los asistentes. Poco después, de forma pausada, sin querer irse del todo, la gente empezó a abandonar el tanatorio de El Palo, que cerró las puertas del acceso a las tumbas.

Una de las múltiples coronas de flores en honor del pequeño. Una de las múltiples coronas de flores en honor del pequeño.

Una de las múltiples coronas de flores en honor del pequeño. / Marilú Báez (Málaga)

“A la gente le parece que esto es una feria, vienen a chismorrear nada más y a agobiar a los pobres padres”, decía una vecina fuera ya del mogollón. Y otro hombre aseguraba que “a la gente le gusta hablar sin saber”, criticando las especulaciones que se han vertido sobre el caso y las causas de la muerte de Julen.

El grupo de psicólogos emergencistas que han estado interviniendo con la familia desde que los activó el 112 el mismo día del suceso abandonaba el recinto tras participar en el sepelio. También se empezó a retirar la Policía. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, continuaba junto a una representación de autoridades que participó en el sepelio, pequeña ante el deseo expreso de la familia de tener la mayor intimidad posible. A la una y media también se retiraron del recinto que poco a poco iba recuperando la normalidad. Esa que tanto costará retomar a los padres, a los abuelos, a los tíos, a los primos y a todos los que quisieron a Julen, en su vida y en su muerte

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