Andalucía

El apetito catalán no tiene cura

LA consejera de Economía, Carmen Martínez Aguayo, no se ha ido este fin de semana a la playa. Ni siquiera habrá pasado mucho tiempo en su casa. Como el resto de su equipo. Allí siguen -hoy domingo, también- a la espera de que el fax de la octava planta de Torre Triana, en los terrenos de la Expo, escupa por fin los 60 folios que desarrollan el nuevo sistema de financiación autonómica. Todo está hablado, y sólo hace falta que Esquerra Republicana (ERC) dé su visto bueno, con lo que se vuelve a confirmar las dos lecciones que la historia más reciente de España nos ha enseñado sobre las apetencias de los partidos nacionalistas.

La primera: las concesiones del Estado a los nacionalistas aumenta su grado de insatisfacción. Que sí, que cuanto más consiguen, menos a gusto se encuentran en este país llamado España. La regla funciona en sentido contrario: despojados del poder, caso del PNV, trasmutan su dura piel de corteza de roble por la suavidad de las hojas del quercus. Ahí están, fuera del Gobierno de Vitoria; Ibarretxe ha vuelto al caserío e Íñigo Urkullu se ha quedado medio bisojo de los guiños que le hace a Patxi López.

Segunda lección: el nacionalismo vasco y el catalán (y en este grupo se integra parte del Partido Socialista de Cataluña) no soportan la homogenización de las comunidades autónomas. Todo comenzó el día en que Andalucía se ganó en un referéndum el acceso a la autonomía por la vía rápida, un grado de autogobierno ideado en principio sólo para Cataluña, País Vasco y Galicia. Es la aversión a que todos bebamos el mismo café.

Pues estas dos lecciones, convertidas ya en axiomas políticos, explican bien qué ha sucedido en las dos últimas semanas con el sistema de financiación autonómica.

Cada vez que Andalucía ha ido consiguiendo un hito en la negociación, la Generalitat reaccionaba con un pasito adelante en sus peticiones, de tal modo que la liebre nunca se viera alcanzada por la tortuga. El 29 de junio pasado, el vicepresidente Manuel Chaves se reunió con Griñán en la Casa Rosa, y se comprometió a que la población escolar tuviera un peso importante en el reparto de fondos, del 20%. Algo fundamental para Andalucía. Ese día sonaron las alarmas en Cataluña, según han explicado varios miembros del Gobierno andaluz, y la Generalitat reaccionó. A partir de entonces, la vicepresidenta de Economía, Elena Salgado, pareció doblegarse a la aspiración catalana de que su renta debiera de contar a la hora del reparto.

A punto estuvo de irse todo al garete, de no ser por la importante intervención que el presidente castellano-manchego, José María Barrera, realizó el lunes pasado en el comité federal del PSOE. Barrera habló en nombre de todos los presidentes autonómicos socialistas, y Rodríguez Zapatero pareció tomar nota. El presidente necesita a la Generalitat por dos asuntos: para legitimar el acuerdo de financiación y para conseguir los tres votos de ERC en el Congreso, tanto para aprobar la ley como los Presupuestos del 2010.

El acuerdo pareció cerrarse el jueves por la noche, con las reuniones de Elena Salgado con el presidente andaluz, José Antonio Griñán, y el consejero catalán de Economía, Antoni Castells. Pero desde entonces se sigue esperando a que la propuesta llegue al fax de Martínez Aguayo. La consejera conversó ayer con la vicepresidenta y con el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, y éstos a su vez con el PSC e, incluso, con ERC. El secretario general de Esquerra, Joan Ridao, explicó ayer que su formación ha negociado en las últimas horas tanto con Salgado como con Rodríguez Zapatero. En definitiva, que parece que todo el país deberá esperar a que esta mañana se reúna la ejecutiva extraordinaria de ERC.

Tal como aventuraban los hombres de Chaves en Madrid, la Generalitat no sólo quiere ganar más, sino que se note, sólo que esta vez es un socio del tripartito el que está labrándose el papel de vencedor.

Todo se resume en que, una vez exprimida la bolsa, el Gobierno ofrece a Cataluña 3.100 millones de euros adicionales, pero Esquerra quiere 3.800 millones. Y así estamos. Elena Salgado espera convocar una rueda de prensa esta mañana para anunciar el acuerdo, toda vez que la firmeza de ERC ya peca de impostura. Una suerte de teatrillo que ya nadie se cree. Y en Torre Triana, Martínez Aguayo aún no tiene los 60 folios, pero ya acaricia una cifra concreta.

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