Andalucía

Rousseau y las cortinas del Parlamento

  • Decenas de ex diputados andaluces se reúnen en la Cámara para asistir a una conferencia del magistrado Plácido Fernández-Viagas con motivo del aniversario del referéndum de 1980

Marta Bosquet, flanqueada por Bernardo Bueno y Plácido Fernández-Viagas

Marta Bosquet, flanqueada por Bernardo Bueno y Plácido Fernández-Viagas / Juan Carlos Muñoz

Juan Moreno Yagüe, que se mueve a toda velocidad por Sevilla sobre un extraño monociclo, debió congratularse ayer cuando escuchó a Plácido Fernández-Viagas glosar a Jean Jacques Rousseau y su posición a favor de la democracia directa. Yagüe, que fue vicepresidente del Parlamento en la pasada legislatura, representaba en Podemos el ala más radical en materia de participación ciudadana. Siempre que tiene ocasión explica a su interlocutor que, si por él fuera, los ciudadanos podrían votar las leyes desde su casa. “En la práctica, esto es precioso”, reconoció ayer Fernández Viagas, que ofreció en la sede del legislativo una conferencia sobre el Parlamento de Andalucía en el siglo XXI, pero que viajó desde el antiguo Egipto hacia hipotético futuro en el que la democracia representativa ha sucumbido, víctima del virus de la transparencia extrema.

“En los países calvinistas no existen las cortinas. No se ponían para que todo el mundo supiera que no había pecado, que todo estaba a la luz del sol”, explicó el magistrado y doctor en Políticas en la sala de usos múltiples del antiguo Hospital de las Cinco Llagas. Era una crítica a esa transparencia, cuyo origen, según este antiguo letrado de la Cámara, se remonta al Evangelio de San Juan. “No podemos crear una civilización que parta de la asunción del pecado y de que toda persona política es sospechosa”, abundó en una suerte de reprimenda ante un auditorio formado por decenas de ex diputados de las XI legislaturas que ha dado de sí la autonomía andaluza.

Esta asamblea informal de parlamentarios se reunió ayer al abrigo de los actos previos al 40 aniversario del referéndum del 28 de febrero de 1980. Los andaluces, con aquella inmensa movilizacion, hicieron posible el evento celebrado ayer en el salón de usos múltiples del legislativo. Sólo los almerienses –y los jiennenses en menor medida– apostaron con menor vigor por la autonomía plena. Fue precisamente una almeriense, Marta Bosquet, la encargada de organizar los fastos de esta efemérides, que ayer colaboró con Bernardo Bueno, presidente de la asociación de ex diputados, para convocar esta reunión de antiguos alumnos aunque algunos de los presentes hubieran dejado las aulas hace sólo unos meses.

No menos de tres diputados de la legislatura vigente volvieron ayer a los pasillos de las Cinco Llagas. El más reciente fue Ramón Samper, otro almeriense de Ciudadanos, que dimitió tras hacerse público que había cobrado a viajeros en los trayectos hasta y desde Sevilla con motivo de su actividad parlamentaria. También se dejaron ver David Moscoso y Carmen Lizárraga, ambos ex diputados de Adelante, que dejaron la Cámara por incompatibilidad: el primero con su actividad profesional como profesor universitario y la segunda con las posturas que defendía la dirección de su partido.

Ninguno de los tres, a pesar de su reciente marcha, se podría haber sentado en una hipotética Mesa de Edad. El organismo parlamentario que rige las sesiones de investidura lo componen los dos diputados más jóvenes junto con el de mayor edad. La competición por ser el más veterano estaba ayer disputada, pero los sillones para los novatos eran más fáciles de repartir. Ana Mestre, ahora delegada del Gobierno andaluz en Cádiz, podría ocupar uno de los asientos. El otro, casi con total seguridad, sería para José Antonio Hidalgo, ahora asesor del PSOE y diputado durante seis meses en la pasada legislatura, cuando obtuvo su escaño tras la salida de María Jesús Montero camino del Ministerio de Hacienda. “Uno es ex diputado para toda la vida”, bromeaba antes del comienzo del acto.

Hidalgo, Mestre y el resto de jóvenes ex diputados no salieron demasiado bien parados del discurso de Fernández-Viagas. “Las nuevas hornadas adoptan la política como una carrera y el empobrecimiento es inmenso”, lamentó el ex letrado de la Cámara ante un aforo en el que había, al menos, una ministra –Rosa Aguilar–, un ex vicepresidente del Gobierno de España –Javier Arenas–, un redactor del primer Estatuto de Autonomía –Carlos Rosado–, la primera mujer consejera de un Ejecutivo andaluz –Amparo Rubiales–. “La historia de Occidente se refleja en el Parlamento”, comenzó diciendo Fernández Viagas en su discurso. La historia autonómica de Andalucía se reflejó ayer en el auditorio que aplaudió a este “sabio”, como lo llamó Bosquet, y que celebró el 28-F junto al busto de su padre, el presidente de la Junta preautonómica con el que comparte nombre.

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