A Pilar no la podremos votar

Pilar Manchón hizo un discurso brillante que fue un llamamiento contra el triste localismo que nos desune

Discurso de Pilar Manchón

NI los casi 9.500 kilómetros que separan Sevilla de Mountain View, el cuartel general de Google en California, impiden a alguien tan brillante como Pilar Manchón Portillo hacer un diagnóstico tan certero como el que hizo en su discurso de aceptación del X Premio Manuel Clavero en la velada del martes en el Real Alcázar.

La filóloga transmutada en referente mundial del lenguaje computacional y de la interacción con máquinas mediante la voz humana, nos dio las claves de algunas de las cosas más relevantes que Andalucía necesita para romper con cualquier estereotipo negativo que se nos asigne desde nuestro propio país e incluso nuestras provincias.

Pilar Manchón no sólo nos recordó que en Sevilla (o en cualquier otra universidad andaluza) se forman jóvenes capaces de dar la talla en ámbitos de excelencia (el currículo premiado por Diario de Sevilla y la Fundación Persán en esta edición habla por sí solo), sino que lo hizo con humildad y agradecimiento con nombres y apellidos a las personas, algunas allí presentes, que le han ayudado a ocupar la posición de privilegio que hoy tiene.

Nos recordó también que en la Andalucía de 2022 se están haciendo cosas increíbles. Y  las hacemos sin perder la esencia de la forma de vida que define a la comunidad. “Tenemos que aprovechar lo que nos hace diferentes y especiales”, nos aconsejó.

Pero sobre todo nos animó a todos los andaluces a “hacer equipo con el resto de provincias”, porque unidos tendremos “la oportunidad de marcar el mapa, de mirar cara a cara a cualquiera que se ponga por delante”.

Hizo todo un llamamiento, cargado de autoestima, contra el localismo que tanto daño nos hace como región, hasta el punto de que muchas veces Andalucía parece sólo una entelequia administrativa.

“Sevilla, haciendo equipo con el resto de provincias, tiene la oportunidad de hacer algo especial”, afirmó después de haber citado iniciativas concretas que conoce que se están haciendo en Granada o en Málaga.

El parlamento de Manchón fue brillante en el fondo e impecable en las formas: sin un papel, hiló un discurso para memorizarlo, o al menos para oírlo recurrentemente.

Desde hoy, para los andaluces ha comenzado el periodo legal en el que los políticos nos pueden pedir el voto para que conformemos una voluntad colectiva que permita el autogobierno.  Me temo que los discursos serán muy distintos, fomentando la división, apelando al miedo y mirando, todos, por su interés particular. A Pilar no la podremos votar. Porque no se presenta y, aún peor, porque se volverá  a California donde encontró el marco adecuado para ese talento.

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