Andalucía

Cataluña ya ha conseguido su parte

CATALUÑA ya ha conseguido su parte; ahora falta saber cuánto cobrarán las demás. Y ellos mismos, porque casi por primera vez en un año los políticos catalanes llevan ya una semana completamente muditos, lo que supone una conducta inaudita y sospechosa por parte de quienes han ejercido una presión sobre el Gobierno socialista realmente exitosa desde que Pedro Solbes dejó enLa Moncloa el manojo de llaves del arcón público.

En el grupo parlamentario del PSOE, así como en el Gobierno andaluz, ya saben que los socialistas catalanes (PSC) han alcanzado una importante base de acuerdo sobre financiación autonómica con la vicepresidenta de Economía, Elena Salgado. Así lo han explicado a este medio varios diputados y consejeros del Ejecutivo andaluz. Cataluña ha conseguido su parte, pero no sólo se desconoce cuánto recibirán los demás, sino cuál es la concesión que Salgado ha hecho al PSC, que se ha retirado para negociar con sus socios de Esquerra Republicana y de Izquierda Unida. Sin embargo, estas mismas fuentes tienen asumido que Salgado ha introducido en el nuevo sistema el criterio de "ordinalidad": esto es, que las comunidades autónomas recibirá recursos del Estado para su financiación en un orden similar a sus aportaciones a la bolsa común. Algo así como admitir que el esfuerzo fiscal que esgrime Cataluña va a ser tenido en cuenta a partir de ahora. Y que será determinante. (Lo del esfuerzo es un término falso porque un andaluz que gane 30.000 euros al año paga a la Hacienda lo mismo que un catalán).

Claro, que a todo esto hay que ponerle cifras, de lo que se encargará la consejera de Economía de Andalucía, Carmen Martínez Aguayo, en su reunión del martes con el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña. Ocaña proviene del anterior equipo de Solbes y se supone que a Carmen Calculadora Aguayo sólo le bastará mirarle a los ojos para comprobar si se la han jugado. Él no, claro, sino Salgado y el presidente Rodríguez Zapatero, quien está convencido de que "hay que integrar a Cataluña en la gobernanza de España", en palabras de un destacado socialista andaluz. El presidente José Antonio Griñán lo ha repetido varias veces: Andalucía también puede decir no. En caso de negativa, una opción que ha ido cobrando fuerza en los últimos días en el seno del PSOE andaluz, Rodríguez Zapatero probará por primera vez un bebedizo agrio de repercusiones inciertas: el malestar andaluz.

"Pepe Griñán no es Manolo Chaves", se ha repetido varias veces desde el PSOE andaluz, sabedor de que el nuevo presidente no es de la misma bonhomía que su antecesor. Y no es que Chaves fuera un indolente: es que agotaba hasta extremos inimaginables su capacidad de integrar posiciones diferentes con tal de no hacerle daño a su partido.

A ello habrá que sumar qué actitud toma el vicepresidente de Política Territorial y secretario general del PSOE andaluz, Manuel Chaves, en caso de que la Junta rechace el nuevo sistema. Él es vicepresidente de un Ejecutivo cuyo presidente le ha encargado solucionar el reparto entre las autonomías y, a la vez, secretario general del PSOE andaluz, cuyo comité director le conminó a no aceptar un sistema de financiación que no esté basado en la igualdad, la suficiencia. Y, por supuesto, que no sea contrario a los intereses andaluces. Hasta hay quien se ha acordado durante estos días en el PSOE de Manuel Clavero, que tuvo que darle un portazo al Gobierno de Suárez con letales repercusiones para la UCD.

Es cierto que Andalucía ha dicho no en dos ocasiones, una a Felipe González y otra a José María Aznar, pero el secretario general del PSOE andaluz no formaba parte de ese gabinete. ¿Qué hará Manuel Chaves? Intentar que esa situación molesta entre la que tenga que decidir entre su Gobierno y Andalucía no llegue a suceder. Chaves es tan duro como Salgado, pero emplea su fuerza en otras acciones: en este caso, en conciliar.

Porque José Antonio Griñán lo dijo muy bien el viernes en Lucena: todo depende de cómo se ponderen los factores de reparto. Muy bien dicho, pero no hay un mortal que lo comprenda.

A saber: esto de la ponderación funciona del siguiente modo. El reparto de fondos se realizará en función de la población, aunque con algunas correcciones. Supongamos que vamos a hacer una marcha por el monte de unas cuatro horas. Vamos diez personas, y hay disponibles 20 litros de agua. Como lo que importan son las personas, repartimos 15 litros a partes iguales, un litro y medio para cada uno, lo que no está nada mal. ¿Y por qué no los dos que corresponderían a un sistema igualitario? Porque no sería del todo justo. De los cinco litros sobrantes, uno se lo damos a una señora de Valladolid que, aunque esté en buena forma, tiene ya 70 años y necesita mayor hidratación. Otro más para un chaval de 11 años. (Esto es ponderar envejecimiento y población en edad escolar.) Los tres restantes los guardamos por si alguien se queda detrás. (Éstos formarían parte de los diversos fondillos). Pero lo que no se puede hacer es repartir sólo 10 litros a partes iguales, y darle tres más al catalán porque desde que salimos del pueblo no para de decir que en Montserrat llueve más que en Lucena y que la mitad de las cantimploras las hemos llenado en una fuente que es suya.

En ese caso, será mejor que Andalucía se pierda la excursión.

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