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Cada español tira a la basura cada semana medio kilo de comida sana

  • El Gobierno lanza una campaña para evitar el desaprovechamiento de los alimentos. Está dirigida a todos los eslabones de la cadena alimentaria, desde el campo a los consumidores.

El despilfarro de alimentos aptos para el consumo es un problema característico de las sociedades desarrolladas que cada año provoca la pérdida de miles de toneladas de comida en todo el mundo.

Las cifras cantan: según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, 868 millones de personas en el mundo presentan subnutrición, mientras que en los países industrializados los consumidores desechan y tiran a la basura unos 222 millones de toneladas de alimentos cada año, lo que equivale prácticamente a la producción neta de alimentos del África subsahariana. Según este organismo internacional, un tercio de los alimentos producidos en el mundo termina en contenedores de basura.

Sólo en España se desperdician cerca de ocho millones de toneladas de alimentos al año, lo que supone que cada ciudadano de este país desaprovecha más de medio kilo de comida a la semana. Más datos que conducen a la reflexión: en la Unión Europea viven 79 millones de personas bajo el umbral de la pobreza (15%), de los que al menos 16 millones reciben ayuda alimentaria.

Además de las implicaciones éticas que consecuentemente supone el desperdicio de alimentos aptos para el consumo, es de destacar el coste considerable en impacto ambiental que tienen estos desechos, sumado al desaprovechamiento de recursos de la tierra, el agua, la energía o la mano de obra.

Frente a esta alarmante situación, el Parlamento Europeo aprobó un mandato en 2012 en el que insta a los Estados miembros a reducir a la mitad en 2025 el desperdicio de alimentos, así como un plan de acción para ir poniendo en marcha estrategias que conduzcan a la concienciación de todos los agentes implicados en la cadena alimentaria para frenar este despilfarro a todas luces evitable, y obviamente bastante costoso.

Como respuesta a este llamamiento, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente comenzó en abril del pasado año a desarrollar políticas e iniciativas dirigidas a concienciar a consumidores y sectores productivos sobre cómo evitar el desaprovechamiento alimentario con la estrategia Más alimentos, menos desperdicios, cuyo principal objetivo es prevenir este despilfarro alimentario y mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria, en coordinación y colaboración con el sector agroalimentario. La ministra del ramo, Isabel García Tejerina, ha seguido los pasos marcados por el ex titular de la cartera Miguel Arias Cañete, y ha lanzado estos días una campaña llamada Semana de la reducción de desperdicios que se desarrollará hasta el próximo domingo y que pretende seguir abundando en un problema en el que intervienen todos los eslabones de la cadena alimentaria, desde el campo, la industria de transformación, las empresas distribuidoras, los comedores y restaurantes hasta los hogares de los consumidores.

Fernando Burgaz, director general de Industria Alimentaria del Ministerio de Agricultura, detallaba a este periódico que en esta nueva campaña, similar a la desarrollada el pasado mes de noviembre, se pondrán en marcha distintas acciones promocionales e informativas dirigidas a la restauración, escuelas de hostelería, distribución, consumidores, colegios y medios de comunicación. Así, mientras el chef Jesús Almagro daba a conocer a un grupo de restauradores consejos sobre el aprovechamiento de alimentos para que tomen conciencia del mejor uso de las "sobras" de la comida; esta semana se dirigirá idéntico mensaje a las empresas distribuidoras, como los supermercados y grandes superficies, con visitas al Banco de Alimentos para conocer el funcionamiento de esta organización no lucrativa y la importancia de la colaboración entre ambos sectores para sacar un máximo rendimiento a la comida.

Este miércoles la campaña informativa irá dirigida a los escolares, por la importancia de "ir concienciando a los niños de la necesidad de hacer buen uso de los alimentos y evitar su despilfarro", señalaba Burgaz, que agregaba que el mensaje que estos niños trasladan a sus familiares en casa incide en el eco multiplicador que tienen estas actividades en la conciencia de la población. La magnitud del despilfarro en los hogares hace que cualquier pequeña acción de ahorro y comportamiento responsable tenga un efecto positivo multiplicador. Es preciso tener conciencia de lo que se come y se tira ya que se está perdiendo el valor que se daba a los alimentos en tiempos pasados, a lo que se añade la falta de conciencia sobre aquello que se tira y el buen uso que podría dársele.

Alrededor de un tercio de la producción de alimentos destinados al consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a aproximadamente 1.300 millones de toneladas al año. Esto significa obligatoriamente que cantidades enormes de los recursos destinados a la producción de alimentos se utilizan en vano, y que las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por la producción de alimentos que se pierden o desperdician también son emisiones en vano. En este sentido, los medios de comunicación y las redes sociales se reservan una destacada función en la difusión de un mejor uso de los recursos naturales y la necesidad de reducir el desperdicio alimentario de productos aptos para el consumo. Por ello, la Semana de la reducción de desperdicios dedicará el jueves a mostrar a este colectivo los beneficios sociales, medioambientales y económicos de aprovechar todo lo que hasta ahora se consideraba basura alimentaria, con criterios de actuación que expondrá el chef Pedro Larumbe.

Los alimentos que se desaprovechan, pese a que todavía tienen valor como recurso nutritivo para las personas, constituyen este despilfarro alimentario. Como se aprecia, su responsabilidad está repartida entre todos los actores de la cadena de abastecimiento, desde la producción agrícola inicial hasta el consumo final en los hogares, pasando por los distribuidores, comercializadores y restauradores. Un estudio reciente realizado en Gran Bretaña indica que dos terceras partes de la comida que se tira en los servicios de restauración y catering se podría haber comido si se hubiera gestionado, almacenado y preparado mejor, y servido en la proporción justa.

Este sector presenta pues una gran oportunidad para reducir el despilfarro si actúa sobre determinados factores como el tamaño de las raciones y la oferta de menús cerrados (sin posibilidad de elección entre platos); si gestiona correctamente la logística y planificación de los servicios para que no sobre comida, si incide en los hábitos de los ciudadanos para que se extienda la práctica de llevarse a casa la comida que sobra del plato.

Por esta razón, esta estrategia no sólo se volcará durante toda esta semana en actuaciones de divulgación en supermercados y centros comerciales, sino especialmente en restaurantes, bares y comedores, ya que, según apunta el director general de Industria Alimentaria del Ministerio de Agricultura, son los colectivos que mejor trasladan el mensaje a la ciudadanía y mayor impacto social tienen sus actuaciones.

Los hogares monoparentales o de una sola persona generan más restos de alimentos per cápita que una familia de cuatro personas, ya que las raciones de los supermercados no están pensadas para los primeros, aunque se está generando un cambio en este sentido por el notable aumento de hogares unipersonales.

Por otro lado, la costumbre de encontrar siempre lo que se desea, añadido a que cada vez se planifican menos las compras, hace que se adquiera un exceso de alimentos y de productos que no combinan lo suficientemente bien, por lo que se quedan en la despensa y pueden estropearse con más facilidad que otros.

Existen también actitudes culturales que favorecen el despilfarro, como por ejemplo el hecho de que no esté bien visto aprovechar los alimentos de una comida a otra, llevarse a casa la comida que nos sobra en el restaurante, o lo de poner más comida de la que pueden ingerir los invitados para "quedar bien". Además, no se conocen bien las técnicas de almacenamiento de alimentos para favorecer su duración y tampoco se dispone de suficiente información sobre las etiquetas ni sobre la diferencia entre las "fechas de caducidad" y las "fechas de consumo preferente".

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