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El virus herpes zóster es una infección viral que causa una erupción cutánea dolorosa y suele salir después de haber pasado la varicela ya que el virus sigue en el cuerpo, aunque ya no tengas varicela. Eso quiere decir que puede reactivarse años más tarde como herpes zóster.
La erupción generalmente aparece en una banda o parche en un lado del cuerpo y puede ir acompañada de síntomas como dolor, picazón, hormigueo y sensibilidad en la piel. Tiene tratamiento para reducir la gravedad y duración de los síntomas, pero va a depender como siempre, de las condiciones personales de cada uno. Esto quiere decir que la gravedad o durabilidad de la enfermedad se va a ver influenciada por la condición de la persona, siendo, en este sentido, las personas con más de 65 años y las inmunodepresivas los principales grupos de riesgo de la población ya que tienen el sistema inmunológico más debilitado y, por lo tanto, el riesgo de contagio es mayor.
España cuenta con una incidencia de herpes zóster anual estimada de 351,6 casos por cada 100.000 habitantes. Además, se estima que 1 de cada 3 personas de entre 50 y 90 años va a presentar un episodio de herpes zóster a lo largo de su vida según un estudio de a revista BMC.
El herpes zóster es un virus que afecta a la calidad de vida de las personas que lo padecen, causando un dolor que puede durar a largo plazo. Una de las consecuencias más perjudiciales, según publica el portal EFESalud, es la Neuralgia Post Herpética (NPH) que es un tipo de dolor neuropático que impacta directamente en las fibras nerviosas dañadas por el virus, las cuales "envían señales de dolor erráticas una vez el herpes ya ha remitido".
Es grave porque esta neuralgia afecta a la calidad de vida y al bienestar de las personas como, por ejemplo, hay un cambio en los patrones de sueño y un impacto emocional que tiene el paciente ante el dolor crónico, llegando a desarrollar ansiedad y depresión.depresión
Otra dificultad que encuentran las personas que sufren el herpes zóster es la limitación en las actividades diarias, hasta el punto de ser completamente dependientes de otras personas para hacer tareas básicas. Por lo que respecta al plano emocional, el dolor crónico también puede llevar al aislamiento ya que el afectado tiende a evitar actividades que impliquen un esfuerzo físico o social, lo que puede generar un aumento de estrés emocional, así como la sensación de soledad.
Además, el herpes zóster puede presentar otros agravantes que afectan al sistema cardiovascular y a la vista debido a que el virus infecta el nervio facial causando erupciones en la frente, inflamación y dolores en los tejidos que pueden derivar en una pérdida de visión.
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