En torno al patio se fragua la historia de la tradición cordobesa, un tejido de emociones y olores que se entreteje entre las paredes encaladas y las flores que colorean cada rincón. Los patios cordobeses son testigos vivientes de la vida familiar, un espacio íntimo que se abre a la ciudad y a sus visitantes cuando llega mayo. Un símbolo de reunión familiar y de costumbre que excede los límites de la transmisión generacional para convertirse en identidad de la ciudad. 

Identidad porque reúne los matices de la pura esencia cordobesa; y es que los patios son hospitalidad, reflejada en cuidadores y propietarios que se hacen embajadores de la ciudad, abriendo las puertas de su casa al mundo. Son diversidad, que nace del alma que dejan tanto quienes viven en ellos como quienes los visitan. Son únicos, el matiz que los hace a cada uno singulares y diferentes. Son convivencia, una llamada a la reunión familiar y al entretenimiento. Y sobre todo, son belleza y elegancia, la esencia más palpable de nuestra ciudad.

Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por su reivindicación de la cultura y el respeto a una arquitectura singular, pero más aún por su gran patrimonio humano: personas que llevan toda la vida cuidando de estos recintos para que sigan siendo singulares y modelo de autenticidad.

Como Ayuntamiento, tenemos la obligación de conservar y proteger esta cita con nuestra herencia. Algo que tiene que hacerse mediante el impulso de iniciativas que consoliden la vida de estas casas y en diálogo y colaboración con todos aquellos que ayudan a cuidar de esta tradición y velan por su progreso.

Esta guía que tienes entre manos es una mirada curiosa a descubrir los secretos que afloran en torno a esos patios. Un trabajo que nos invita a perdernos por las calles de nuestra ciudad y que nos lleva a entender qué significa esta tradición que ha ido evolucionando y adaptándose a los tiempos sin renunciar a las señas de identidad que siempre la han definido.

Divulgar la historia de los patios es tan importante como ponerlos en valor. Es honrar el legado de quienes nos precedieron y, al mismo tiempo, inspirar a las nuevas generaciones a continuarlo impregnando también parte de su esencia.