feria de san isidro | decimotercera en la plaza de las ventas

Ventura, consumado lidiador

  • El sevillano corta dos orejas y gana su decimoquinta Puerta Grande en Madrid

  • Leonardo Hernández, en el mano a mano, da una buena imagen

Diego Ventura, en su salida a hombros, ayer, de la plaza de toros de Las Ventas.

Diego Ventura, en su salida a hombros, ayer, de la plaza de toros de Las Ventas. / juan carlos hidalgo / efe

El mano a mano entre Diego Ventura y Leonardo Hernández interesó al público de Madrid, que prácticamente llenó Las Ventas para este duelo de rejoneo en el que Ventura salió a hombros, logrando su decimoquinta Puerta Grande en la Monumental madrileña -ya tiene una más que Santiago Martín El Viti, quien ostentaba la marca en esta estadística-, y Hernández cortó una oreja ante una corrida de San Pelayo, con toros en su conjunto con excesivas arrobas -un promedio de 636 kilos- y mansedumbre.

Diego Ventura, que se comportó como un consumado lidiador, sabiendo escoger los terrenos y desengañando a sus oponentes, cortó un total de dos orejas. Abrió plaza con un animal complicado en una faena que fue a más y en la que hizo las delicias a lomos del excelente Nazarí, con quien toreó a dos pistas con una gran seguridad y clavando en una loseta en un tercio de banderillas en el que asumió un gran riesgo. Después de tres cortas al violín al caracoleo y el teléfono, mató al primer envite para ganar la primera oreja.

Corrida de San Pelayo, -con un promedio de 636 kilos de peso- y mansa en su conjunto

Con el complicado tercero, Ventura consiguió algunos pasajes de calidad, como una banderilla en los medios de poder a poder. Emborronó su labor con los aceros.

Ante el quinto, que resultó muy manso, expuso muchísimo con un Nazarí de nuevo como revulsivo y en la que el peligroso toro tropezó peligrosamente a Bombón. La labor, que inició a portagayola, recibiendo al toro con una garrocha, tuvo el gran mérito del ajuste en las suertes. Cortas al violín, una rosa y un rejón fueron el epílogo para la concesión de una oreja.

Leonardo Hernández realizó una labor entonada ante el segundo, que comenzó de manera apoteósica toreando al costado por prácticamente todo el círculo de la plaza y entrando posteriormente por los adentros. Con el público entregado, se adornó con el teléfono, pero en la suerte suprema pinchó varias veces y todo quedó en una ovación.

El mansísimo cuarto, tras saltar al callejón, lo intentó más veces. Hernández se empleó a fondo y fue sacando el fondo bueno que tenía el animal hasta llegar a un magnífico par a dos manos. estuvo por encima del astado, pero perdió premio por el fallo con los aceros.

Ante el sexto, el toro de mayor peso de la voluminosa corrida, al que recetó dos rejones de castigo, consumó una buena lidia, destacando fundamentalmente con Calimocho, con el público rendido y en las cortas al violín. Mató de rejón y ganó una oreja.

El público se arremolinó en la calle de Alcalá para ver salir a hombros a un Diego Ventura en su quince Puerta Grande, un torero con una ambición voraz que suma y sigue.

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