feria de san isidro | decimosexta en la plaza de las ventas

Valor granítico de Roca Rey

  • El limeño consigue el único trofeo en el sexto toro en una tarde marcada por la decepción ganadera

  • Perera y Talavante, sin material, de vacío

Roca Rey, con el trofeo conseguido ayer en Las Ventas.

Roca Rey, con el trofeo conseguido ayer en Las Ventas.

No cabía ni un alfiler en Las Ventas para presenciar la decimosexta de abono con Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante y Andrés Roca Rey, quienes se enfrentaron a un encierro de Victoriano del Río, de desiguales hechuras y que en conjunto cumplió en varas, flojeó y no tuvo fondo; a excepción del sexto, que aguantó algo más para una faena amplia y variada de Roca Rey, quien consiguió el único trofeo de la tarde por una faena preñada de valor granítico, firmeza y también buen toreo en algunos pasajes.

Con ese sexto, negro, alto, cuesta arriba, que hizo una buena pelea en varas, Roca tuvo que remontar el mal ambiente que ya se vivía cuando el espectáculo iba camino del sumidero. Se lució en unas saltilleras y media verónica con la capa. Comenzó la faena con unos estatuarios y un fallero ajustadísimos, de infarto. Con la derecha, cuando apretó al toro, éste perdió las manos. Los muletazos fueron muy ceñidos. Con la izquierda cumplió. Cuando ya el toro bajaba en transmisión en sus embestidas, llegó un serio arrimón, aderezado con una sorprendente y arriesgadísima arrucina. La mayoría del público, enloquecido, se entregó sin reservas. En este cierre, en un pase de pecho sin enmendarse fue arrollado por el astado y cayó a la arena -se libró, afortunadamente, de una cornada porque el toro no hizo por él-. Seria actuación con el serio toro, al que recetó una estocada contundente entera arriba; cobrando una merecida oreja.

Corrida de Victoriano del Río floja, sin fondo, a excepción del sexto, que aguantó algo más

El tercer toro, colorao, ojo de perdiz, tras cumplir en varas, acometió con casta en un par de tandas antes de rajarse. Roca Rey, tras un comienzo explosivo con un par de muletazos cambiados, realizó un trasteo con altibajos, en el que faltó limpieza. Falló en la suerte suprema.

Miguel Ángel Perera, sin material propicio, fue silenciado en su lote. Realizó media faena -lo que duró el nobilísimo primero, un animal con tanta clase y calidad como falta de fuerzas y brío-. El toro, protestado de salida por su trapío, perdió las manos tras un capotazo. Labor en el corte ojedista en la que el pacense comenzó enroscándose al astado. Brilló un natural en redondo cadencioso. Tras una tanda entonada con la diestra, le bajó la mano en una tanda derecha en la que el toro acusó su falta de fuerzas y casta. Mató de tres pinchazos y descabello.

El cuarto, negro, cornidelantero, bajo, largo, tras emplearse a fondo en varas, se vino abajo pronto en la muleta. Perera logró dos series con la diestra en la que, como un poste, con ligazón, hizo girar al animal alrededor suyo. En la segunda le llegó a bajar la mano y ya con la izquierda cantó el toro la gallina, buscando tablas descaradamente. Estocada casi entera.

Las actuaciones de Alejandro Talavante, con dos toros apagados, también fueron silenciadas. Tuvo que cortar pronto el trasteo ante su primer oponente, que no se tenía en pie. Protestado de salida por su trapío, se dejó pegar en varas y perdió las manos reiterada veces. Media muy tendida y mitin con el verduguillo mientras se desataba la lluvia para ser silenciada la labor.

Al quinto no le acompañaron ni la fuerza ni la casta. Talavante, tras unos doblones y comprobar que el toro embestía con nobleza pero sin recorrido alguno, cortó un trasteo que remató con media estocada.

En el cierre, el valor granítico de Roca Rey se impuso al ambiente en contra, los elementos y un espectáculo hasta ese momento nulo con una mala corrida de Victoriano del Río.

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