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Valadez y un gran 'Palomo' de La Quinta abren a lo grande la Feria de Logroño

  • El mexicano corta dos orejas; y Alfonso Cadaval y Toñete consiguen un trofeo cada uno

El novillero mexicano Leo Valadez cortó las dos orejas de un gran novillo de La Quinta, de nombre Palomo, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, en el pasaje más rotundo de una interesante apertura de la Feria de San Mateo de Logroño. Con menos de un cuarto de entrada, se lidiaron novillos de La Quinta, bien presentados y de interesante juego en conjunto. El cuarto, Palomo, número 106, cárdeno oscuro y de 482 kilos, fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Leo Valadez, vuelta al ruedo y dos orejas. Alfonso Cadaval, vuelta al ruedo y oreja. Antonio Catalán Toñete, oreja y silencio tras aviso.

Leo Valadez sorteó en primer lugar un novillo noble y encastado, con prontitud, fijeza y humillación. El mexicano no se acopló en la muleta. El sobrecogimiento de una voltereta al enterrar la espada, que tiró al utrero sin puntilla, animó al respetable a darle una ovación, que acabó finalmente en una vuelta al ruedo.

En el cuarto, en cambio, sí rayó a muy buen nivel Valadez frente a un utrero de bandera: pronto, con calidad y encastado, de emotivas y vibrantes embestidas. El mexicano volvió a brillar con el percal. De rodillas inició una faena muy compacta y maciza, basada en el temple, la limpieza, el hilván y el trazo largo de cada muletazo. La gente disfrutó de la comunión entre Palomo y Valadez, que recetó dos series extraordinarias al natural para acabar metiéndose en la distancia corta, donde se desenvolvió como pez en el agua. Entró la espada a la primera y para él fueron las dos orejas, que paseó tras la vuelta al ruedo al bravo Palomo.

El primero de Cadaval fue de más a menos. El sevillano exhibió un buen corte en el prólogo de una labor que, sin embargo, no llegó a despegar. Dio una vuelta al ruedo. El quinto que salió manseando. Cadaval anduvo con oficio en una labor en la que el utrero rompió a bueno en la muleta, moviéndose con mucha transmisión. El sevillano rayó a buen nivel con él, dominándolo sobre ambas manos. Todo lo que hizo tuvo mucha importancia, por eso la oreja que cortó fue de las de ley.

Toñete se las vio en primer lugar con un novillo muy noble pero al que le costaba un mundo desplazase. Anduvo muy dispuesto, demostrando también buenas maneras y que tiene valor. Manejó con acierto la espada y... oreja. El sexto fue posiblemente el novillo más noble del envío y Toñete estuvo en las antípodas, pecando de frío en una labor intermitente.

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