Toros

López Simón abre la puerta grande y Finito disgusta al público

López Simón, con la derecha ante el quinto, 'Montuno', al que le cortó la oreja que le abrió la puerta grande.

López Simón, con la derecha ante el quinto, 'Montuno', al que le cortó la oreja que le abrió la puerta grande. / fernández hortelano

López Simón cuenta sus actuaciones en El Puerto con puertas grandes, ya lleva tres, mientras que la historia de Finito en esta plaza, de escaso relieve, tocó fondo en un festejo por el que pasó como su vestido, de sombra y azabache, todo lo contrario de la manera de venir a El Puerto de Garrido, que encontró premio con la oreja del sexto a su buena disposición y actitud.

Tuvo mérito Finito, porque es muy difícil enfadar a este público, presto a sacar el pañuelo y jalear hasta al de la barra de hielo. Ya en su primero se le vio poca fe, poco ajuste, toreando con despego, eso sí, con el mejor corte, a un toro flojo que se vino abajo justo cuando Finito empezaba a poner más entusiasmo en el cite con la derecha.

Pero con el cuarto cantó la gallina. Ya se vio cuando el toro, de salida, se le vino cruzado y en lugar de abrir afuera con torería escapó hacia el burladero. Las reservas del toro y sabe Dios qué miraditas fueron suficientes para que mandara al banderillero a ponerlo en el caballo, ordenara al de la vara que le hiciera una oferta al toro que no pudiera rechazar, y a los mulilleros que se deshicieran del cadáver. Masacrado en varas, no hubo toro y ni siquiera disimuló Finito al matar.

López Simón, que destacó con el percal, tuvo el mejor lote. El segundo fue un toro con motor, que se empleó y al que recetó una faena larga en tres fases: las series sobre la mano derecha para atemperar al buen animal, una intermedia de toreo al natural y el remate final, con los cites circulares y cambiando el viaje: lo que viene a ser el toreo de hoy. Que la labor tuviera fases difuminadas y de poco asiento, dejó el premio en la oreja rasante.

Aún tuvo otro toro para el triunfo con el quinto, astado noble al que le faltó ese punto de picante para transmitir y viniendo a menos, con el que, es una opinión, gustó más López Simón a los exigentes, manejando los engaños y los tiempos de la faena con hilo, sobre todo al final, cuando el torero, muy entregado, hizo subir el clima en el tendido.

José Garrido, que también gustó mucho con el capote, tuvo un primer toro rajado y sin entrega con el que estuvo muy firme y dispuesto, atacando con determinación e insistencia, sin aburrirse hasta el punto de que sonó el aviso. Justa vuelta al ruedo en El Puerto, ¡Una vuelta al ruedo en El Puerto! ¡Pero si eso se había perdido como el vaporcito!

El sexto tampoco fue muy propicio para Garrido un toro que ya se vio de salida que no tenía recorrido, de corto viaje. Sin embargo la actitud fue nuevamente de firmeza y determinación, con mucho sitio. El extremeño había mandado dosificar el puyazo de un toro que en banderillas estuvo en todo menos en lo que tuvo que estar y puso mucho más de lo que tenía el toro, otra vez por encima de su oponente, con un serio desplante final metido en jurisdicción siendo premiado con la oreja.

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