tercera de abono

Garrido, único trofeo de un gran 'torrestrella'

  • El pacense, espléndido con el capote con su lote, corta una oreja a 'Ruidoso' . Álvaro Lorenzo y Ginés Marín, de vacío.

Garrido, en una espléndida verónica al primer toro.

Garrido, en una espléndida verónica al primer toro. / Juan Carlos Muñoz

Interesante corrida de Torrestrella, en conjunto bien presentada, en la que José Garrido se erigió como triunfador, al conseguir el único trofeo de la tarde de un buen astado, bravo, noble, con fijeza y que hizo una buena pelea en varas.

José Garrido dibujó bellas verónicas abrochadas con un lance airoso al cuarto toro, un ejemplar serio, bravo, noble, con fijeza, que hizo una buena pelea en varas, derribando a la cabalgadura al segundo encuentro, cayendo el picador, afortunadamente, de pie. El pacense comenzó la faena de rodillas por ayudados, con el remate de dos vistosos pases del desprecio. En los tercios, se creció con una serie muy intensa con la diestra. Entre los sones de un pasodoble hubo altura en otra tanda por ese lado, vaciando con el de pecho y en algún pasaje al natural. Faltó más rotundidad a una obra que rubricó con una estocada efectiva, decisiva para que el público pidiera mayoritariamente la oreja.

Con el precioso burraco que abrió plaza, al que recibió con una larga cambiada a portagayola, Garrido bordó el toreo a la verónica, jugando bien los brazos y las muñecas y mandando en las embestidas del toro hasta la boca de riego. Un ramillete de verónicas de manos bajas y hondas que encendieron al personal. El torero se gustó en un galleo para llevar el toro al caballo y en unos delantales y una media. El público estaba entregado. Pero el toro se afligió tras el tercio de varas, lo que apuntó en banderillas. Y ya en la muleta se defendió. Garrido cumplió en un trasteo marcado por las condiciones del animal.Álvaro Lorenzo y Ginés Marín, con tan sólo un año de alternativa cada uno, no consiguieron apurar las condiciones de sus oponentes.

Álvaro Lorenzo rindió su particular a homenaje a Palomo Linares con un traje blanco y plata, con crespón negro en una manga de la chaquetilla. El toledano, apoderado por la casa Lozano -como en su día Palomo- imprime un especial temple en el manejo de la franela, como ese Pablo Lozano, la muleta de Castilla, sin apenas adornos o recursos. Estuvo a punto de conseguir un trofeo de su primer oponente, un manso con movilidad al que llevó embebido en una faena acompañada por la música, pero que no finiquitó adecuadamente con la espada.

Con el quinto, un astado serio y que resultó manejable en su juego, Lorenzo, voluntarioso, no llegó a acoplarse.

Ginés Marín, jerezano criado en Badajoz, más pendiente de la estética que del dominio del toro, se mostró variado con el capote -recibo con verónicas, cordobina y chicuelina- ante el incómodo tercero, un astado con muchos cambios de ritmo en sus embestidas, con algunas acometidas en las que topaba, otras en las que se quedaba corto y en ocasiones con recorrido cuando el diestro lo embarcaba bien.

Ante el manejable sexto, sin clase, al que recibió con una larga de rodillas frente a toriles, Marín, en los medios y muleta en mano, logró como más destacado una serie diestra con entidad y un par de naturales.Una tarde entretenida con una interesante corrida de Torrestrella, que no llegó a aprovecharse totalmente y en la que el triunfador, José Garrido, además de conseguir el único trofeo de la tarde, toreó espléndidamente con el capote a su lote y en su quite correspondiente al tercero, en el que cerró unas notables chicuelinas con una excelente media verónica.

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