Toros

Aguado, una firme esperanza

  • El diestro sevillano corta una oreja al sexto toro tras una faena variada y brilla al natural en el tercero

  • Lama de Góngora y Javier Jiménez, con el peor lote, de vacío

Pablo Aguado, en su segunda corrida de toros en su carrera, tras la alternativa que tomó el pasado 23 de septiembre en Sevilla, se erigió como triunfador de la tercera de abono de la temporada sevillana.

Aguado, quien hace muy poco enterró a su padre, dio la talla como torero y logró lo mejor de la tarde, con temple, en una faena variada, consiguiendo el único trofeo de un buen toro de Torrestrella, ovacionado en el arrastre y el mejor de un desigual encierro.

El toro, serio, un punto corniabierto, largo, embistió con franqueza a un torero que brindó su faena a Curro Romero, quien a mediodía había recibido el V Premio de Cultura de la Universidad de Sevilla.

Aguado impresionó en un comienzo de faena por bajo con unos doblones con mucho sabor, que remató con un cambio de mano ligado a un pase de pecho, que fue muy ovacionado. En los medios destacó fundamentalmente la suavidad con la que trató a Chillón, que en modo alguno protestaba y seguía con clase el vuelo de la muleta de un Aguado que se fue a los medios y, con la diestra, apuntó muletazos de gran calidad, como un ayudado precioso o en otra tanda un cambio de mano ligado a un pase de pecho mirando al tendido con el público rendido. Muy a tener en cuenta los pases de pecho macizos con los que remató las series. Con la espada, por la que suele perder trofeos, propinó una estocada tras un pinchazo para ser premiado con una merecida oreja.

Con el tercero, un toro bajo, bien hecho que tenía un buen pitón izquierdo, Aguado brilló al natural en un par de series en una faena que brindó a su madre, en el tendido. También hubo aquí torería en la apertura y brilló en dos tandas con la zurda y en unos naturales a pies juntos y el de pecho, que fueron extraordinarios. Luego, con la espada, precisó de dos pinchazos y una estocada casi entera y todo quedó en una fuerte ovación.

Javier Jiménez, quien el año pasado dejó una buena impresión, no tuvo su día. Su primero, un colorao alto, largo, manejable, pero flojísimo, apenas le dio opción a un trasteo que brindó a Aguado por la pérdida de su padre. Una labor de enfermero, carente de emoción y que alargó en exceso, con algunas protestas para que terminara.

Con el cuarto, un cinqueño bien presentado, lo más brillante corrió a cargo de José Chacón, quien después de un par soberano y entrar varias veces, consiguió otro gran par para que las palmas echaran humo. Jiménez brindó a su apoderado, José Luis Peralta, y concretó una labor desigual con un astado difícil, en la que lo más destacado resultó una tanda con la diestra.

Lama de Góngora retornaba a la plaza de Sevilla tras dos temporadas en México. Contó con un toro alto, de buena condición, el segundo, al que recibió con un manojo de verónicas ganando terreno, luciéndose más por el pitón derecho. El toro peleó con bravura en varas y se lució José María Expósito, que agarró un buen puyazo, siendo ovacionado. La faena, con algunos apuntes de torería, como una trincherilla excelsa, no llegó a tomar cuerpo suficiente y el toro, a menos, fue ovacionado en el arrastre.

Con el quinto, un burraco bien presentado, pero que llegó parado al último tercio, el trasteo no levantó vuelo.

Festejo en el que resultó triunfador un Pablo Aguado que a su variada faena en el cierre aportó oro al natural en el tercero. Un Aguado que en tan sólo su segunda corrida como matador de toros dejó buenas sensaciones y es una firme esperanza.

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