TV-Comunicación

El reformado tablero de 'Orange is the new black'

  • La quinta entrega de la serie carcelaria, disponible ya en Movistar+ y Netflix, llega más negra y cómica que nunca

Una escena de 'Orange is the new black'

Una escena de 'Orange is the new black'

Después de cuatro temporadas y más de cincuenta episodios, la quinta entrega de Orange is the new black está disponible desde hace unos días en Movistar+ y desde hoy en Netflix. Y regresa más negra y a la vez cómica que nunca con un motín en la cárcel de Litchfield que se desarrollará a lo largo de tres días pero ocupará los trece nuevos capítulos en su totalidad -sin tener en cuenta los frecuentes flashbacks para componer las diferentes historias personales, algo recurrente en esta serie-.

Los seguidores de esta ficción han tenido que esperan un año para ver qué ocurría con Daya (Dascha Polanco), a la que dejamos apuntando con una pistola al agente Humphrey mientras sus compañeras la rodeaban gritando: "¡Mátale! ¡Mátale!" Para algunas presas de Litchfield la revuelta será la excusa perfecta para liberar tanta represión y perder la cabeza durante unas horas. Para otras, la oportunidad de llamar la atención de la prensa y devolver la justicia a la cárcel. Para Piper (Taylor Schilling) y Alex (Laura Prepon) lo mejor será, en cambio, mantenerse al margen del caos.

Su presentador apuesta por el entretenimiento y la variedad en su magacín de madrugada

Orange is the new black siempre se ha caracterizado por un sutil y medido equilibrio entre la comedia y el drama. Pero los últimos acontecimientos en Litchfield y los disturbios raciales en Estados Unidos (siempre en boca de las actrices de la serie) parecen haber decantando la balanza, de momento al menos, hacia el género más realista. Lo que ha provocado que los guionistas tengan que afilar más con su ironía para poder seguir sacando una sonrisa al espectador.

Lo que es evidente es que la serie ha dejado de poner su foco únicamente en Piper, la rubia protagonista. Algo que su creadora, Jenji Kohan, ya tenía pensado desde la primera temporada. Las historias de las mujeres que rodean a Piper son el verdadero centro de la trama. Rompen estereotipos de raza y género y nos confiesan los pecados que las han llevado a Litchfield. El retrato social es tan realista, rozando la crudeza, que el espectador llega a identificarse con las presas, incluso puede llegar a defenderlas. Kohan, creadora también de la exitosa Veep, construye un universo carcelario cada vez más duro en el que los personajes femeninos, con un arma en las manos, pueden perfectamente pasar de víctimas a verdugos. La ironía es lo único que rompe el punto de crudeza. Movistar+ estrenó bajo demanda la quinta entrega un día después que en Estados Unidos, y ahora llega también a Netflix.

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