Sociedad

La hija del 'carcelero de Amstetten' tuvo a sus cuatro primeros hijos en 35 metros cuadrados

  • Fritzl planeaba el secuestro desde 1978, cuando pidió una autorización para ampliar la casa y dejó un espacio subterráneo para construir el zulo.

En 35 metros cuadrados pasó Elisabeth Fritzl los primeros nueve años de su cautiverio y tuvo a cuatro de sus siete hijos antes de que su padre y carcelero ampliara el zulo subterráneo en 20 metros cuadrados.

Así lo explicó Franz Polzer, jefe de la Oficina contra el Delito de Baja Austria, en rueda de prensa en Zeillern, al presentar los resultados de las pesquisas efectuadas en los últimos días sobre el peor caso de abuso e incesto conocido en la república alpina.

Los agentes han llegado a la conclusión de que Josef Fritzl tuvo que "haber estado obsesionado" con la idea de encerrar a su hija mucho antes de hacerlo y que engañó a las autoridades al presentar el plan de ampliación de su vivienda en 1978.

"Partimos con seguridad del hecho de que en la planificación ya tenía previsto incluir un pequeño secreto en la construcción", explicó el jefe policial.

El técnico electricista jubilado de 73 años construyó un espacio subterráneo secreto bajo el edificio nuevo que tenía planeado construir y la casa original, que data de 1890.

Luego tapó el acceso con un muro y más adelante lo reabrió y colocó una puerta de 500 kilos que camufló tras una estantería de herramientas.

"Ese espacio, sin ventanas, fue el área central que iba a servir de calabozo", dijo Polzer.

En 1984 Josef llevó a su hija, entonces de 18 años, a ese lugar, donde la ató, la encerró y la violó de forma reiterada durante años.

Allí Elisabeth dio a luz, sin ningún tipo de asistencia, a cuatro niños y, según trascendió a la prensa el pasado fin de semana, los pequeños fueron testigos de las violaciones sufridas por su madre y de los partos de sus hermanos.

"A partir de 1993 el espacio tuvo que quedar demasiado estrecho, con tres niños", dijo Polzer.

A Lisa, la cuarta, que nació con una grave enfermedad, Josef la subió para que creciera en su domicilio oficial, adoptada por él y su esposa, simulando que Elisabeth estaba en una secta y había abandonado el bebé delante de la casa, un procedimiento que iba a repetir con dos hijos-nietos más.

Tras el nacimiento del cuarto hijo, el "padre-abuelo" amplió el zulo habilitando otros espacios subterráneos que existían debajo del edificio antiguo, conectados entre sí por estrechos pasillos.

Polzer insistió en que la tesis policial continúa basándose firmemente en que Josef Fritzl actuó sólo, sin cómplices.

"Entiendo que no lo entiendan, pero (Josef) es un caso único, de gran capacidad física e intelectual. El resultado queda claramente patente en este calabozo. Es un agresor único extremadamente activo", subrayó.

Las investigaciones en el lugar de los hechos continuarán toda esta semana.

Por otro lado, el portavoz de la Fiscalía de Sankt Pölten, Gerhard Sedlacek, anunció que Josef Fritzl, detenido en prisión preventiva, comparecerá por primera vez ante la Fiscal encargada del caso el miércoles o jueves próximos.

Los agentes creen que en los últimos años Fritzl había comenzado a planear el regreso de Elisabeth y sus hijos a la familia, pero se desconocen sus motivos: se especula que podrían estar relacionados con la grave enfermedad de Kerstin.

Josef Fritzl "sabía del caso de Natascha Kampusch", la joven que pasó ocho años encerrada por su raptor en un zulo subterráneo cerca de Viena, antes de escaparse con 19 años, en agosto de 2006. "Pero no sabemos qué efectos le causó (esa historia) en su mente", dijo Polzer.

Se desconoce si Elisabeth, que en su calabozo tenía televisión, también conocía la historia de Natascha, pues no se le hizo esa pregunta en su único interrogatorio hasta el momento, efectuado tras su detención.

Polzer destacó que la víctima fue arrestada el 26 de abril por la policía como sospechosa, ante la aparición de su hija Kerstin en estado inconsciente y gravemente enferma, pero sin ningún documento ni registro.

"Creíamos que era una mujer que se había acostado no sabemos con cuántos hombres en una secta desconocida, y tenía que decirnos donde tuvo a los hijos" que había abandonado delante de la casa paterna.

"Fue ahí cuando nos contó la historia verdadera", recordó Polzer.

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