cuartos de champions | Sevilla-Bayern Múnich

Remata mejor contra sí mismo (1-2)

  • El Sevilla se deja remontar por el Bayern con sendos autogoles de Jesús Navas y Escudero

  • El prometedor arranque no tuvo continuidad

Más difícil todavía para el Sevilla en su afán por alcanzar las semifinales de la Liga de Campeones. El cuadro de Montella se verá obligado a ganar en el Allianz Arena y encima anotar un mínimo de dos goles si quiere incrementar aún más si cabe su brillante historia en este siglo XXI. El Bayern Múnich llegará a la vuelta con ventaja por la sencilla razón de que los sevillistas remataron mejor contra David Soria que contra Ulreich. Son simples datos objetivos, los tres goles entraron en las redes contrarias tras tocar la pelota un futbolista que defendía el escudo de la entidad nervionense, pues Sarabia adelantó a los locales en un excelente primer periodo y Jesús Navas y Escudero sorprendieron a su guardameta en las dos dianas de los bávaros.

Es la cruda realidad que atormenta al Sevilla 2017-18 y que volvió a quedar patente en esta cita con la historia, esta ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones donde se enfrentaban, por un lado, la tropa de Montella, incluida la sorprendente presencia de David Soria entre los tres palos en sustitución del criticadísimo, por los suyos, Sergio Rico, mientras que en el otro rincón figuraba el Bayern de la mano de Jupp Heynckes. Y cobra trascendencia que salgan a colación los entrenadores, pues la labor de ambos también tuvo mucha importancia en el global del encuentro, ya que el septagenario germano fue capaz de mejorar a los suyos con los cambios, un par de ellos entre el primer periodo y el intermedio, mientras que el italiano, una vez más, no fue capaz de tocar ninguna tecla en busca de una reacción cuando los suyos sufrieron de lo lindo en la fase inicial del segundo periodo.

Son cosas difíciles de entender, que el máximo responsable de meter y sacar piezas permanezca impasible cuando todo el estadio está viendo que los suyos piden a gritos cualquier modificación que pueda ayudarlos a sentirse, al menos, más protegidos. Es tan simple como refrescar a quien ya lo ha dado todo, a quien no tiene más en su físico, pero Montella, y sus ayudantes claro, no se alteró hasta el minuto 78, cuando metió a Sandro para también apelar de inmediato a Muriel. Dos cambios, para qué más, pensaría el napolitano.

Circunstancias del manejo de un partido de fútbol, de optimizar los recursos de los que se dispone, aunque es evidente que siempre habrá alguna razón para el hombre de fútbol que el profano no es capaz de alcanzar a conocer. Ya se sabe, el entrenador es quien mejor conoce a su plantilla y demás, como si quienes la ven durante 50 ó 60 partidos que puede llegar a disputar el Sevilla en una temporada se hubieran caído directamente de un planeta distinto. Pero Montella estaría convencido de que no le hacía falta ningún retoque para variar la dinámica del litigio, algo que se pudo comprobar con Sandro, particularmente, que no era así, que el canario sí le añadió algo de pimienta a la recta final de los suyos.

Pero convendría volver al principio para, ahí sí, darle la razón a Montella con su planteamiento en una primera mitad en la que el Sevilla fue superior en el fútbol al Bayern. Tampoco es que hubiera ninguna variación en la manera de afrontar los partidos por parte de los nervionenses. Como siempre, partieron con su tradicional 1-4-4-2 en el que Franco Vázquez es la pieza que lo une todo. Eso sí, no estaba Banega y eso se tenía que notar a la fuerza, pues el cerebro argentino sí provoca superioridades en zonas más avanzadas del campo con sus incorporaciones, algo que ni N’Zonzi ni, sobre todo, Pizarro supieron hacer salvo contadas excepciones.

El Sevilla, sin embargo, sí fue capaz de presionar al Bayern, de robarle la pelota en zonas de peligro y hasta de originar una oportunidad clarísima en el minuto 20, pero Sarabia desperdició un gol clarísimo en un remate con su pierna mala. Sin embargo, el madrileño se desquitaría poco después al concretar después de controlar una pelota con el codo. El Sevilla había sido capaz de ponerse por delante frente al coloso bávaro y, además, lo hizo con merecimiento.

Pero a los blancos les cuesta tantísimo trabajo marcar un gol como facilitan el camino al rival para encajarlo. El Bayern igualó pronto y ni siquiera necesitó para ello hacer nada brillante. Un centro aparentemente inocuo de Ribery fue desviado por Jesús Navas y David Soria llegó tarde a despejarlo. ¿Mala suerte? Llámenlo como quiera, lo cierto es que el uno a uno era el tanteo en el descanso.

Las imágenes del Sevilla-Bayern Múnich Las imágenes del Sevilla-Bayern Múnich

Las imágenes del Sevilla-Bayern Múnich / Antonio Pizarro

No debería haber sido así, pero el Sevilla acusó el golpe y el Bayern, ya con James Rodríguez como dueño y señor del balón, comenzó a moverlo de un lado para otro sin que fuera capaz de recuperar tan fácil la pelota como antes. El dominio visitante se agudizó, pero Franco Vázquez pudo anotar el segundo de haber tenido al menos el mismo brío que Javi Martínez, que fue quien cortó el esférico en el instante decisivo. No fue así y parecía cantado que el 1-2 acabaría llegando, sobre todo cuando David Soria le hizo un paradón a Javi Martínez en una contra.

El Sevilla, con N’Zonzi y Pizarro demasiado lejos de Franco Vázquez, pareció perdido, sin rumbo, y nadie de su cuerpo técnico fue capaz de reconducir la situación. Tenía que llegar y lo hizo, aunque la forma fue realmente cruel, pues los blancos se metieron el segundo gol en propia puerta, esta vez a través de Escudero tras un cabezazo de Thiago que sí iba en dirección a la portería.

Sólo quedaba apelar al amor propio para intentar que la eliminatoria no se marchara hasta Múnich resuelta del todo, si es que no lo está con este 1-2. Montella, más vale tarde que nunca, sí decidió mover por fin el banquillo y metió sangre fresca en la delantera con Sandro y con Muriel. No se sabe muy bien si fue por esta razón o sencillamente porque el Bayern ya pensó en la economía de esfuerzo y que tampoco le hacía falta nada más, pero lo cierto es que el Sevilla se movió mucho más cerca de Ulreich en este arreón final. Incluso rozó el empate con sendos tiros de N’Zonzi y Sandro. Pero no, todo quedó al final 1-2 y Múnich exigirá no una gesta, sino casi un milagro. Aunque fútbol es fútbol, diría el malogrado Boskov, y a eso deberá agarrarse el Sevilla ya con Banega.

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