Semana Santa

El rostro doliente y sacrificado de la plaza de la Trinidad

  • Después de que la lluvia del año pasado obligara a la Hermandad de la Santa Faz a no salir a la calle por primera vez en su historia desde 1986, sus titulares sí pudieron iluminar ayer la ciudad

Sigue el rastro de las cáscaras de pipas. Síguelo que cualquiera de ellos te llevan a una procesión. Si las calles de Córdoba huelen el Martes Santo a incienso, también resuenan al paso por el crujir del fruto del girasol. Las primeras cáscaras aparecen ya en San Felipe y llevan hasta la Plaza de la Trinidad, donde apenas hace 24 horas, el Lunes, salía la Cofradía del Vía Crucis.

Ayer era el turno de la Hermandad de la Santa Faz y qué diferente se hace la espera entre una y otra. Juventud, pipas, chicles, llamadas a móviles. Bulla ansiosa por ver a los dos titulares de la cofradía que la pasada Semana Santa no pudo salir a calle. La lluvia, la culpable. Hoy, el redentor, el sol de la tarde.

Lo bueno de los adolescentes es su elasticidad, su picardía y picaresca, que les permite encaramarse hasta los contenedores que hay justo en frente del portón de la iglesia de San Juan y Todos los Santos para no perderse ningún detalle del desfile de penitentes de túnica blanca de cola y cubrerrostro y botonaduras morados. Pocos atienden a normas, ni siquiera un par de nazarenas que salen a la calle sin el cubrerrostro para avanzar a sus amigos que "estamos en el sector ocho, pero no sabemos si a la izquierda o a la derecha". ¡Qué diferente es la espera, y la noche y la tarde!

El diputado mayor golpea el portón y aparecen las velas cruzadas, como si estuvieran engarzadas. Por fin el silencio se hace y gana terreno entre el bullicio joven para dar la bienvenida al paso de Jesús, que lleva la Cruz del mundo, y a quien la Verónica le seca el rostro lleno de sangre. La Santa Faz.

"Ya va andando", se oye a lo lejos. Una nube de incienso cubre el paso, que está en fase de restauración. Suena la Marcha Real que interpreta la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Redención de Córdoba. Los costaleros ya tienen sus pies sobre el asfalto. Llega la primera ovación de esta larga tarde en la Trinidad y la Santa Faz toma las calles diligente.

Mientras se aleja, las miradas se centran de nuevo en el portón del templo. Se pierden así ese momento tan bello que es no contemplar cómo se aleja Jesús y cómo se alejan las Santas Mujeres de espalda por la calle Valladares. Se pierden la hermosa estampa de la tarde del Martes Santo para pedir caramelos o una estampa de la cofradía a las esclavinas.

Tiempo para el descanso. La bulla se desintegra y estrecha el pasillo por el que en pocos minutos ha de pasar Nuestra Madre y Señora María Santísima de la Trinidad. Da igual, hay que aprovechar esos segundos para estirar el cuerpo o doblar las piernas y evitar mayor dolor con la espera.

Los nazarenos aguardan su salida cerca del portón de la parroquia de San Juan y Todos los Santos y también un grupo de costaleros que se persigna. Esperan a dar los primeros pasos que les llevará a recorrer unas calles repletas de gente, que quiere disfrutar de lo que lluvia les robó el año pasado y que les supuso el mayor sacrificio y dolor.

"La Reina sale de rodillas", explica un antiguo costalero de la hermandad, quien comienza a llorar nada más ver aparecer a la Virgen de la Trinidad, vestida de blanco inmaculado, que ilumina la tarde.

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