El Perdón

Una nueva bofetada a San Roque

  • Por segundo año consecutivo, la lluvia impide a la hermandad del Perdón poner en la calle a sus dos titulares y mostrar el estreno de los respiraderos del paso de misterio

Tampoco este año ha podido ser. La lluvia volvió a jugar una mala pasada a la hermandad del Perdón, que vio cómo sus aspiraciones e ilusiones se truncaron con la predicción del tiempo. Agua y más agua. Y las previsiones se cumplieron, no fallaron. Por segundo año consecutivo, la cofradía de San Roque tuvo que quedarse en el templo.

"La decisión ha sido unánime", reconoció apesadumbrado el hermano mayor, José Luis Hidalgo, después de que la cofradía comunicara a costaleros, nazarenos y bandas de música que este año tampoco estarían en la calle. "Es una decisión muy dura porque el trabajo de todo el año se completa con la estación de penitencia", insistió.

Eso dentro del templo; fuera, en la enrevesada calle Buen Pastor, la bulla aguantó estoica las más de dos horas que la hermandad tardó en abrir sus puertas. La esperanza se tornó en pesimismo conforme pasaban los minutos, las gotas iban empapando los adoquines de la calleja y los paraguas se abrían. Más aún cuando empleadas de la residencia San Juan de la Cruz ayudaban a un grupo de internos a levantarse de las sillas ubicadas cerca de la iglesia. Sin confirmación oficial, la bulla ya había decidido antes. "Aunque no llueve mucho, estas gotas empapan los pasos", se oye.

Y la hermandad no está para llevarse más sustos puesto que la lluvia le ha jugado una mala pasada en los últimos tres años. En 2005, el chaparrón les obligó a resguardarse en la Catedral, aunque cuando escampó completó su recorrido. Un año más tarde, una tromba de agua también les llevó a buscar cobijo en el templo principal de la ciudad y tras esperar a que la lluvia les diera una tregua, volvió a su templo. El agua ya forma parte de la historia de la joven cofradía de El Perdón y de su bulla.

Los cientos de fieles congregados a las puertas de este pequeña iglesia esperaron un par de horas para ver a los titulares del Perdón, custodiados por dos nazarenos cada 15 minutos hasta las 22.30. Esa fue la estampa con la que se encontraron. Silencio y amargura en la Judería. Silencio y llanto sin consuelo. A pesar de ello, se deleitaron con la belleza de las composiciones y el blanco y el rojo del exorno floral de los pasos.

Los costaleros no pudieron mecer en las calles de la Judería el paso de Jesús ante Anás cuando un sayón le abofetea, ni tampoco a María Santísima del Rocío y Lágrimas. Tampoco pudieron estrenar los respiraderos del paso de misterio, obra de José Carlos Rubio, ni el relicario de San Juan de la Cruz, realizado en Talleres Angulo de Lucena. La lluvia, tan necesaria para el campo y los pantanos y tan culpable de las lágrimas de una hermandad.

Antes de abrir las puertas de la iglesia de San Roque, la hermandad del Perdón celebró un vía crucis en su interior. Mientras tanto, los costaleros, apesadumbrados, recogían sus fajas y costales y no dejaban de culpar al cielo y a las nubes con sus ojos. Otro, de ojos azules, dirige su mirada al vacío. Tampoco este año ha podido ser. "Con este tiempo no te puedes arriesgar", lamenta uno de ellos, al tiempo que recuerda que "hemos trabajo mucho este año en la restauración del palio y del paso de misterio".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios