Semana Santa

La hora de las camelias

  • Quedan sólo horas para que comience el Domingo de Ramos y en los templos se realizan las labores de última hora antes de que arranque la estación de penitencia y ya no haya marcha atrás

En el complejo mundo cofrade hay citas que no se divulgan. De un año para otro se sabe que tal día a tal hora ocurra tal cosa. Es una especie de calendario que se repite siempre porque siempre se hace lo mismo. Es el caso de los hermanos de Las Penas de Santiago cuando llega el Sábado de Pasión. Es la víspera de su salida procesional y prácticamente tienen todo preparado. Los pasos ocupan su lugar en la parroquia de Santiago, la cera está ya pinchada, las papeletas de sitio están repartidas y los atributos lucen relucientes a la espera de que se abra el portón del templo en la sobremesa del Domingo de Ramos.

Para estas jornada del Sábado de Pasión se reservan los detalles de última hora, aquello que no se puede hacer con anticipación. Estos cofrades llevan como un orgullo más el exorno floral de la Virgen de la Concepción a base de camelias blancas. Saben que esta exquisita flor es delicada hasta límites extremos y que cualquier reacción extraña puede estropearla y, por tanto, deslucir el paso de palio.

Por este motivo esperan hasta última hora, hasta las cinco de la tarde del Sábado de Pasión para desarrollar una labor en la que la precisión y la meticulosidad es fundamental para alcanzar un buen resultado. A esa hora se abren las cajas de cartón en las que han llegado las flores y una a una se tratan con delicadeza para que no se ennegrezcan sus pétalos. Se abren uno a uno y se vuelven con suavidad para que luzcan su exótica belleza en las jarras y en los frisos.

Del mismo modo, a otra hora prefijada del Sábado de Pasión, a las 12:00, ocurre todos los años lo mismo: la inauguración del Centro del Costalero en la planta alta del mercado Sánchez Peña. Como siempre, los representantes municipales arropan la camilla en la que se tiende un anónimo figurante para las fotografías. En los próximos días, si la lluvia lo permite, en esa misma camilla se prepararán musculaturas para el esfuerzo de llevar los pasos y se mitigarán los efectos de contracturas y de otras lesiones afines a la labor del costalero.

Casi en las mismas horas, cada año se repite también el mismo sonido en la calle Claudio Marcelo y en la plaza de las Tendillas. Es la llegada del camión que trae las sillas de tijera en las que se sentará el público en la carrera oficial. Se van apilando con el peculiar son de la madera y desde la mañana de hoy, cuando se cierren y cuando se abran con estruendo, serán como el crotorar de las cigüeñas sobre los campanarios.

Los ritos no sólo envuelven la parte pública de la Semana Santa, sino que también forman parte de su faceta más reservada. Como ocurre con las camelias de la Virgen de la Concepción, otras hermandades del Domingo de Ramos apuran las últimas horas para tener todo listo para el momento de la estación de penitencia. Algunas cofradías comparten con el público la culminación de los detalles y así las escaleras de tijera sirven para permitir que se afiancen las piezas de más altura y se mira todo una y mil veces para que cada cosa esté en su sitio y supere el examen crítico que supone para toda cofradía su salida a la calle.

Así es la víspera del Domingo de Ramos, el día soñado por los cofrades. Si la Semana Santa se ha esperado durante casi un año, su llegada provoca siempre la expectación de los últimos momentos, cuando ya no hay marcha atrás y se revive el momento de siempre.

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