La Santa Faz

Las historias que guarda La Trinidad

  • La hermandad, que vuelve a salir por la puerta principal del templo, recorre un nuevo itinerario en su camino a la Catedral

Una esclavina de la hermandad.

Una esclavina de la hermandad.

Detrás de cada hermandad y de cada iglesia hay historias duras y bellas, de superación y de sacrificio, de solidaridad y entrega. Lo mismo que ocurre con cada parroquiano, con cada cofrade, con cada nazareno y cada costalero. Algunas de ellas conmueven, despiertan conciencias y emocionan hasta hacer saltar las lágrimas. La plaza de la Trinidad vivió ayer uno de esos momentos en los que las cofradías abren su corazón y muestran su cariño hacia las historias de los que se encuentran al otro lado, fuera del cortejo, los que se acercan a ver a sus titulares y buscan la primera fila para ver de cerca a las imágenes por las que sienten devoción.

En esa primera fila de la plaza de la Trinidad, justo frente a la puerta del templo, se encontraba ayer Currillo, un joven en silla de ruedas que acudió junto a unos familiares a ver a la Hermandad de Nazarenos de la Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo, Nuestro Padre Jesús Nazareno en su encuentro con la Santa Mujer Verónica y María Santísima de la Trinidad.

Pasan los nazarenos -muchos de ellos niños y jóvenes debido a la vinculación de la hermandad con los colegios de la Santísima Trinidad- y Currillo espera paciente, junto a sus familiares, la llegada de la Virgen. Entre el incienso y la penumbra de la iglesia se vislumbra, a lo lejos, el palio, que poco a poco se acerca a la luz del exterior gracias a los costaleros en una tarea delicada para que los varales rocen lo mínimo posible la puerta.

Una vez fuera, María Santísima de la Trinidad y Currillo se encuentran frente a frente, mientras el capataz, Luis Miguel Carrión Curro, saluda con cariño al joven y a su familia, le da un par de flores de la Virgen y le dedica la primera levantá a él "y a su madre, que está en el cielo". Después de ese momento especial, de ese regalo, la Dolorosa gira lentamente, acompañada por la Banda de Música Tubamirum de Cañete de las Torres, para iniciar su estación de penitencia siguiendo los pasos que momentos antes ha dado el Nazareno de la Santa Faz. Un nuevo camino los lleva hasta la Catedral, cargados de las historias de sus fieles, que los esperan en el regreso a su templo pasada la medianoche.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios