El Buen Suceso

Al calor del mejor encuentro

  • Los cofrades desafían el calor para ver de cerca el inicio de la estación de penitencia de la hermandad de la iglesia de San Andrés

Jesús del Buen Suceso, a la salida de la iglesia de San Andrés.

Jesús del Buen Suceso, a la salida de la iglesia de San Andrés. / fotos: rafael a. butelo

El olor del azahar en la plaza de San Andrés embriaga a los cofrades que esperan con paciencia la salida de la Hermandad del Buen Suceso. Los naranjos y palmeras suponen un oasis de frescor frente al sol que calienta toda la zona y pocos son los valientes que se atreven a enfrentarse a sus rayos, que inciden sin piedad sobre las baldosas. La sombra cotiza al alza y poca hay en los alrededores de la iglesia cuando el reloj apunta a las 17:00. Y aún queda rato para que la cofradía pise la calle.

Nada más abrirse las puertas de San Andrés, el dorado de la cruz de guía de la hermandad deslumbra a los presentes y la hilera de nazarenos de túnica roja se despliega por el último tramo del Realejo para perderse por la calle Fernán Pérez de Oliva.

La del Buen Suceso es otra de las hermandades que este año, y con la nueva carrera oficial, descubre otros rincones de Córdoba por los que transitar y que suponen estampas únicas para los cofrades. En este caso, el Buen Suceso avanzó por Gutiérrez de los Ríos hasta llegar a la plaza de la Corredera, y de ahí a Maese Luis, desde donde bajó hacia la Cruz del Rastro.

La salida de Nuestro Padre Jesús del Buen Suceso en su encuentro con su Santísima Madre la Virgen de los Dolores en la calle de la Amargura no se hace esperar, y ya no importan el sol ni el calor. Los huecos de los alrededores del templo y la plaza se ocupan para ver lo más cerca posible la escena del misterio. Poco después, con la salida de María Santísima de la Caridad -con su característico exorno floral de rosas de color rosa- se produce una bella estampa que personifica otro buen suceso. El capataz, Juan Manuel Cabello, acerca hasta la Dolorosa creada por Miguel Ángel González Jurado a un niño que ha sufrido una grave enfermedad y ha logrado recuperarse. A él le dedica esa primera levantá con la que inicia una estación de penitencia única.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios