La Cena

Tributo de prudencia al barrio de Ciudad Jardín

  • La cofradía de Poniente suspende el cortejo por la lluvia

Cualquier precaución es poca cuando lo que está en juego es el patrimonio de una hermandad. Eso debió pensar la junta de gobierno de la Sagrada Cena cuando, a la altura de la calle Antonio Maura en la embocadura con Marruecos, decidió regresar a su sede canónica ante la amenaza de lluvia, la parroquia de San Álvaro. El cielo se había ennegrecido casi por completo y la previsión meteorológica no invitaba al optimismo. Los nazarenos, confundidos, se acercaron unos a otros y, entre susurros, hablaban de lo que estaba sucediendo.

Y la lluvia llegó pronto, apenas unos minutos después del giro en la calle Antonio Maura. El capataz se acercó a su cuadrilla de costaleros para informarles de lo sucedido y éstos, muchos de ellos ya visiblemente entristecidos, se situaron con rapidez bajo las trabajaderas. La incertidumbre de la salida se convirtió en desilusión entre los propios cofrades y en el resto de ciudadanos al comprobar que la Cena no iba a llegar a la Carrera Oficial. "Qué pena, con lo bonito que va", dijo una madre a su hijo a la altura de la plaza Costa Sol.

Fue el homenaje que la corporación brindó a Ciudad Jardín, el barrio que ha arropado a esta hermandad desde su llegada a la iglesia de San Álvaro tras largos años de vaivenes en la Trinidad. La lluvia había roto el sueño de los integrantes de la aún joven cofradía de la Sagrada Cena, que volvió bajo la luz del arco iris a la capilla que había estrenado como lugar de salida seis horas antes de lo previsto. "Habrá que esperar otro año", dijo un costalero entre lágrimas.

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