La Vera Cruz

Temerosa mirada al cielo al otro lado del río Guadalquivir

  • La hermandad pasa por vez primera bajo la Puerta del Puente y hace estación de penitencia en la Catedral

En el Campo de la Verdad nadie sabía encontrarle un porqué a tan brusco cambio de tiempo como el que ayer se registró en Córdoba y, en general, en cualquier otro punto de Andalucía. ¿Por qué la fiesta fue plena en El Cerro en la tarde-noche del Domingo de Ramos y poco más de 24 horas después surgen las dudas a la hora de iniciar la estación de penitencia? La primavera es así, no entiende de devociones. El sol que había brillado por la mañana y con mucha más intensidad en el día anterior quedó absolutamente tapado por una maraña de nubes, algunas de ellas tremendamente oscuras que invitaban a pensar en lo peor. Pero, aún así, la Hermandad de la Vera Cruz se echó a la calle con absoluta puntualidad, aunque con cierto temor a que un nubarrón descargara sobre la capital y cuestionara la valentía de esta cofradía radicada en la parroquia de San José y Espíritu Santo.

Ese lógico temor llevaba ineludiblemente a que tanto los fieles que se aproximaron a este punto del Campo de la Verdad como los propios nazarenos de cubrerrostro rojo aterciopelado digieran la mirada hacia el cielo en no pocas ocasiones. Ese cierto temor también hizo que el ambiente se enfriara -y mucho- en el arranque de la estación de penitencia. Tal era la gelidez que se respiraba en este rincón de la margen izquierda del Guadalquivir que hasta el golpeo al portón de salida pareció menos impetuoso que en anteriores ocasiones. No hubo tampoco saetas ni tampoco hubo fieles que dedicaran los a veces criticados piropos a los titulares. La salida fue muy diferente y hasta algunos músicos llegaron a cuestionar si la hermandad había hecho lo correcto.

Lo cierto es que todas las noticias que llegaban a esta otra Córdoba, como así se refieren a ella algunos de los hermanos de esta cofradía, invitaban al pensar con mayor optimismo. La Merced hacía ya algunos minutos que desfilaba por el Zumbacón camino de la carrera oficial y la Sentencia hacía lo propio desde la parroquia de San Nicolás en su ya habitual camino a la Catedral. Ni siquiera la última predicción de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) quitaba la razón a quienes apostaron por la salida procesional de la Vera Cruz, ya que apenas existía un 10% de probabilidad de precipitaciones en la capital.

Sólo los capataces asumieron la responsabilidad de, al menos, templar el frío y dubitativo ambiente que reinaba ayer en este barrio. Aunque con maneras bastante dispares, tanto Rafael Millán, al frente del paso del Señor de los Reyes, como Carlos Herencia, capitaneando a la cuadrilla del Dulcenombre, revitalizaron el cortejo. El primero, más susurrante que el segundo, animaba a los suyos y con el gesto parecía hacer extensivos sus sentimientos hacia el titular de la hermandad. Herencia, más visceral que el anterior, desplegó el repertorio que lo convierte en un capataz muy singular: "Esos flamencos valientes, porque qué arte tenéis" y "hay que amar a la señora" fueron tan sólo algunas de las frases que Herencia dedicó a sus costaleros cuando bajaban en dirección al Puente Romano.

También los músicos pusieron de su parte para animar un cortejo que miraba permanentemente al cielo. Los integrantes de la Banda de Cornetas y Tambores de la Merced, del Viso del Alcor, interpretaron Señor de los Reyes y Amor de Madre para empezar, mientras que la Banda de Música Virgen de las Mercedes, de Bollullos Par del Condado, hizo lo propio con marchas como Estrella Sublime, una obra musical de corte alegre que hizo que los costaleros mecieran con más ánimo a su Virgen.

La de ayer fue también una jornada de reencuentros para la Vera Cruz. La hermandad regresó a la Catedral, previo paso por el Puente Romano, una pasarela a la que tuvo que renunciar el pasado año como consecuencia de las obras del entorno de la Puerta del Puente. Se convirtió además en la segunda cofradía, tras el Amor de El Cerro, en pasar bajo la citada Puerta del Puente, un estreno en su recorrido que dejó notables e históricas instantáneas para el álbum de esta corporación y de la Semana Santa cordobesa en general.

Las ganas por desquitarse del mal trago del pasado año, cuando se tuvieron que quedaron en la iglesia por la lluvia, pudieron en cualquier caso con todo. Valientes o no, es indudable que la Vera Cruz regaló a cordobeses y turistas que ayer se encontraban en la ciudad una impecable estación de penitencia.

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