Jueves Santo

Sublime Jueves Santo de calles llenas de fieles

  • Córdoba arropa de manera multitudinaria y calurosa a las seis hermandades que realizan estación de penitencia en una jornada, por fin, sin miedos a la lluvia y en la que todas ellas acceden a la Mezquita-Catedral.

SUBLIME, un Jueves Santo sublime, el que se vivió ayer en Córdoba con mucha, mucha gente en las calles acompañando a las seis hermandades de la jornada. La ciudad se volcó una vez más multitudinariamente con su Jueves Santo convirtiéndolo en inolvidable, un Día del Amor Fraterno en el que esas seis hermandades de la jornada hicieron estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral. Inolvidable, sí. Y si no que se lo pregunten a la hermandad del Cristo de Gracia o a la del Caído, que accedían por primera vez al primer templo de la diócesis en estación de penitencia. Los costaleros y capataz -Luis Miguel Carrión Curro- de la primera de ellas demostraron un arte impresionante al hacer posible lo que parecía imposible, traspasar la Puerta del Perdón con gran precisión cuando entre ambos lados del paso neogótico del Esparraguero -vestido con flores moradas cardonas- y los dinteles de la puerta apenas cabía un pétalo. Dentro, en el Patio de los Naranjos, esperaba en el Arco de las Bendiciones, el altar del Santísimo, en esta ocasión vez con la Cruz Guiona -del siglo XVIII- escoltada por los patronos de Córdoba, San Acisclo y Santa Victoria. A la hora de salir del Patio de los Naranjos, al contrario que el resto, El Esparraguero, por las dimensiones del paso, no lo pudo hacer por la Puerta de Santa Catalina, sino por la que accedió, la del Perdón.

Como impresionante fue también el discurrir de La Caridad con el acompañamiento musical de la Banda del Tercio Gran Capitán Primero de la Legión, militares que hoy volverán a llevar en volandas al Cristo de la Caridad en el vía crucis que recorrerá las calles y que entrará en Carrera Oficial, un Cristo que ya está preparado para ser restaurado tras la Semana Santa. Algunos hermanos de la Caridad insistieron ayer en que merece la pena ver muy de cerca al menos una vez en la vida a este crucificado anónimo del siglo XVI y a su Dolorosa de Juan de Mesa, "porque ambos emocionan".

Al igual que emocionó el paso de Jesús Caído camino de la Santa Iglesia Catedral por la calle Deanes, donde hubo que dejar un tono musical muy leve para que el trono renacentista pudiera superar la estrechez de esa vía, para que Rafael Muñoz Cruz y el resto de capataces pudieran dirigir sin ruidos a unos impresionantes costaleros en una maniobra milimétrica con el fin de sortear la cal y los balcones de Deanes. También, los costaleros y capataces de María Santísima del Mayor Dolor demostraron ser artistas a la hora de atravesar esa vía. Nuestra Padre Jesús Caído, que entró por la Puerta del Perdón al grito de "vamos a llevarlo por la paz en el mundo", caminó seguido de la torería, con unos 600 nazarenos haciendo estación de penitencia y con un libro de reglas que incluye las firmas de, entre otros, los grandiosos diestros Manolete y Lagartijo El Grande o el periodista con corazón taurino Matías Prats Cañete. A la par que el balanceo de las bambalinas del palio bordado por las hermanas clarisas de María Santísima del Mayor Dolor y el de sus varales sonaban como si de una melodía se tratara para acompañar a las que brotaban de los instrumentos de la Banda de Música de María Santísima de la Esperanza, que llevó al palio mariano hasta el Patio de los Naranjos al ritmo de La Sangre y la Flor. Hubo recuerdos durante la jornada para míticos músicos adscritos a esta banda, como Alfonso López y Cayetano Moraño, recientemente fallecidos.

Como hubo quien recordó, para reivindicar la madrugada cordobesa -en la que ahora sólo realiza estación de penitencia la Buena Muerte-, que en su etapa anterior -la que empezó en 1579- la Hermandad del Nazareno salió en procesión en la madrugada del Viernes Santo hasta el siglo XIX. Impresionante el momento vivido por sus dos titulares en la visita realizada a la residencia Jesús Nazareno, un momento muy esperado por los mayores que habitan en ella y que los recibieron muy emocionados. Era un año de estreno de capirotes nazarenos más largos, como mandan los cánones de las hermandades de silencio, y en el que el paso de Jesús Nazareno llevaba en el frontal las reliquias de San Cristóbal de Santa Catalina.

No fueron las únicas reliquias que se pudieron contemplar ayer. La Sagrada Cena portaba las del Beato Álvaro de Córdoba, que iba ofreciendo a todo el que se quisiera acercar a besarla. La hermandad de Poniente mezclaba indumentarias blancas y granates con algunos capirotes verdes en señal de la ilusión que tiene esta hermandad por sacar a la calle la imagen de María Santísima de la Esperanza del Valle para acompañar a esa obra de arte que representa a la instauración de la eucaristía.

Cerró el Jueves Santo las Angustias, que fue recibida por una multitud de fieles que abarrotaban una recién remodelada plaza de San Agustín y al son de la Banda de Cornetas y Tambores de la Coronación de Espinas. Todo un hecho histórico dado que hacía tres décadas ya que esta obra cumbre de la imagenería cordobesa realizada por Juan de Mesa realizaba estación de penitencia a los sones de una banda de música.

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