3El nazareno

Silencio y solemnidad nazarena

  • La hermandad lleva en el paso del Señor las reliquias del Beato Cristóbal de Santa Catalina

LA solemnidad con la que caminan Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima Nazarena por las calles de Córdoba destaca en el Jueves Santo. Esta hermandad de silencio -que hace años tuvo que cambiar el horario de su salida procesional de la madrugada a la tarde-, recorre las calles de la ciudad con sigilo, con una paz que llama la atención de las personas que esperan su paso, que enmudecen ante la majestad de sus titulares.

El sol del atardecer intensificaba el brillo de la cruz que porta Jesús Nazareno, la más especial de la Semana Santa cordobesa, y contrastaba con la madera tallada de su paso rococó, adornado con flores de color morado. Este año en su frontal esconde las reliquias del Beato Cristóbal de Santa Catalina, guardadas en una pieza realizada por el orfebre cordobés Emilio León. El sacerdote tuvo una estrecha relación con la cofradía y fue su primer consiliario. Tanta es la admiración que incluso se ha convertido en uno de sus titulares.

Además este año al cortejo de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima Nazarena, San Bartolomé y Beato Padre Cristóbal de Santa Catalina le ha dado color una rica representación de otras hermandades. En concreto, de la Hermandad de la Borriquita (con la que se ha hermanado), de la de Villaviciosa y del Nazareno de Pozoblanco, que quisieron acompañar al Nazareno y la Nazarena en su estación de penitencia hasta la Mezquita-Catedral en una noche histórica de Jueves Santo.

También tuvo como novedad la hermandad -que tiene su sede canónica en la Iglesia Hospital de Jesús Nazareno- la renovación de su hábito penitencial, cambiando a los capirotes más altos, como corresponde a una hermandad de silencio.

Tras el paso del Señor -una talla anónima del siglo XVI-, su palio de respeto y su sobrio cortejo, llega el palio de María Santísima Nazarena, con su profusa decoración plateada y exorno floral en blanco, dando luz al conjunto. La Dolorosa, obra anónima del siglo XVIII, viste uno de los conjuntos bordados más antiguos de la Semana Santa cordobesa, realizado en un taller egabrense. Una de las joyas con las que cuenta esta hermandad.

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