Semana Santa

Los Salesianos se rinden a su Cautivo

El Prendimiento, a su salida del Santuario María Auxiliadora.

El Prendimiento, a su salida del Santuario María Auxiliadora. / Reportaje gráfico: barrio nuevo

A pesar de que El Prendimiento no tenía prevista su salida hasta las 18: 35, lo cierto es que ya una hora antes se comenzaba a percibir la gran pasión que despierta esta hermandad, pues con la iglesia de San Lorenzo como testigo, la gente se encaminaba con brío hacia el Santuario de María Auxiliadora. Entre toda la muchedumbre, un nazareno de la correspondiente cofradía, fácil de identificar por su hábito compuesto por túnica blanca y capa y cubrerrostro azul, avanzaba a paso ligero hacia el colegio de Salesianos, pues era allí donde los hermanos se formaban instantes previos a la salida. Con gran rapidez, los asistentes empezaron a desplegarse a lo largo y ancho de la calle María Auxiliadora, y frente a la iglesia curiosos, fieles y también fotógrafos se situaban en el mejor sitio posible.

La espera se hizo dura, y entre el ruido de las pipas y el olor a tabaco, se podía escuchar al típico entendido, ese erudito cofrade que todo lo sabe y a todos enseña, ¡Dios lo tenga en su gloria!. Los minutos pasaban y las piernas pesaban, pero cualquier atisbo de cansancio o dolor desapareció cuando el sonido de la Agrupación Musical Santísimo Cristo de Gracia, correspondiente al Misterio, hizo su puesta en escena. Con su primera marcha pusieron los vellos de punta a los allí presentes, presagio de la gran actuación que desarrollarían durante toda la procesión.

Ya con el ánimo levantado, y con los cinco sentidos a flor de piel, se abrieron las puertas del templo, de las que emergió la cruz de guía seguida por los hermanos nazarenos. Un gran aplauso la acompañó y, tras éste, las puestas laterales, de mayor anchura que la principal, procedieron a su apertura para la salida del Misterio, que representaba el momento del prendimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos. Con el doblar de las campanas, el paso avanzó despacio pero firme, descubriéndose poco a poco la fabulosa talla del Señor, obra de Antonio Dubé de Luque, y del resto de figuras del Misterio, correspondientes a Antonio Bernal. Una salida complicada, pues el paso debía bordear el tronco de una de las palmeras situada delante de la fachada de la iglesia. Así pues, lenta y cuidadosamente, fue el paso girando hasta lograr la posición deseada. Una vez conseguido esto, procedió a su salida a la calle, la cual tampoco estuvo exenta de dificultades, pero con el mismo acierto que instantes previos. Entonces sí, la banda musical entonó la Marcha Real, y acompañado de gran fervor el paso siguió hacia delante. Similar situación fue la vivida por la Dolorosa bajo palio, de Juan Martínez Cerrillo, que ya una vez situada en plena calle arrancó su andadura, al tiempo que desde los balcones de las casas aledañas la cubrían con pétalos de rosa. El resto de nazarenos la antecedía, y en última instancia la Banda de Música Virgen de las Mercedes, quien con una gran actuación acompañó a la Virgen en su camino a la Catedral, al tiempo que aceleraba los corazones de los presentes. Y es que esa banda de música bien valía 30 piezas de plata.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios