Semana Santa

Humildad y grandeza en el Crucificado

El Cristo de la Piedad, en Las Palmeras.

El Cristo de la Piedad, en Las Palmeras. / reportaje gráfico: álex gallegos

El barrio de las Palmeras se congregó ayer ante la Parroquia de San Antonio María Claret para ver salir a su Cristo Crucificado con la Virgen a sus pies. La iglesia estaba a rebosar, y no solo por los vecinos de esta barriada de la periferia, sino también por los pertenecientes al barrio del Parque Azahara y de Miralbaida. Mientras los asistentes iban tomando posiciones y amenizaban la tarde con diferentes refrigerios, los músicos de la Banda de Cornetas y Tambores Sayones de Pozoblanco realizaban los últimos ensayos antes del momento esperado. A las 17: 30 exactamente, el fiscal de horas procedió a llamar a la puerta principal del templo. Estas se abrieron al instante, dejando ver a la cruz de guía, que este año estrenaba faroles de acompañamiento realizados por José Carlos Rubio. La cruz realizo una larga parada a la entrada del templo para deleite de los asistentes, a la par que de los fotógrafos, quienes sin duda lograron capturar hermosas instantáneas. Tras esto, se puso en marcha seguida por un nutrido grupo de nazarenos, vestidos con túnica burdeos y cubrerostro del mismo color, rematado en muceta festoneada con galón verde y blanco; capa blanca; cíngulo de los tres colores de la hermandad; calcetín y calzado negros y guantes blancos. ,Y de repente, casi sin que la gente se percatara de ello, de entre la bruma ocasionada por el agitar de los incensarios asomó el paso, que representa a Cristo muerto en la cruz y la Virgen a sus pies, esta última de autor anónimo y perteneciente al siglo XIX, donada a los claretianos por una familia sevillana.

A pesar de la anchura de la puerta principal, la salida del trono no resultó del todo sencilla, aunque de manera audaz consiguieron situarla en la calle, lo que le valió un caluroso aplauso por parte del público. El paso fue levantado y nivelado ante la admiración de los allí presentes, tras lo cual se procedió a la entrada de las costaleras, quienes ya una vez situadas en sus correspondientes posiciones realizaron una levantá propia de las grandes cofradías de la capital.

Inmediatamente, procedió a dar su primeros pasos ante su público más devoto, ese más que honorable grupo de familias de la barriada cuyo esfuerzo y determinación los han llevado a conseguir un objetivo que muchos darían por imposible. Tras esto, y acompañada por una más que notable banda taruga que derrochó talento y estilo en todas sus marchas, se puso en camino de la gloria, ese destino que muchos desean y pocos alcanzan, aunque después de la jornadas de ayer se puede decir que la Piedad de las Palmeras está más cerca del cielo.

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