Salud y Bienestar

La mayoría de las fiebres de origen desconocido se deben a la leishmaniasis

  • La enfermedad, provocada por la picadura de un mosquito, es más habitual en algunas zonas del levante español

La fiebre prolongada es una situación preocupante para los padres del niño y para el médico, ya que induce la sospecha de una enfermedad grave. Sin embargo la mayoría de las veces se debe a enfermedades de escasa trascedencia. Tras algunas pruebas se suele determinar el origen. Generalmente se trata de infecciones o enfermedades inflamatorias y, en casos menos frecuentes, pueden deberse a neoplasias. Pero muchas veces, descartadas esas hipótesis, estas fiebres no dejan ver su causa de origen. Según explica, José Tomás Ramos, del Servicio de Pedriatría del Hospital Universitario de Getafe, en Madrid, "cuando este tipo de fiebres perduran en el tiempo se deben en la mayoría de los casos a episodios de leishmaniasis y en casos muy extraños a tipos poco frecuentes de leucemia". Ramos ha participado recientemente en la exposición de varios casos clínicos sobre infecciones en pediatría con motivo del curso anual sobre enfermedades infecciosas que organiza la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario 12 de Octubre, organizado por la Universidad Complutense de Madrid y AstraZéneca.

La leishmaniasis es una enfermedad causada por diferentes especies de protozoos del género Leishmania. Las manifestaciones clínicas de la enfermedad, van desde úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente hasta formas más agresivas en las cuales se presenta inflamación severa del hígado y del bazo. El agente se transmite al humano y a los animales a través de la picadura de hembras de las mosquitos pertenecientes a la familia Psychodidae. Según indica Ramos, "no tiene una alta prevalencia, pero sí es más frecuente en algunas zonas del levante español". Su tratamiento, según el experto, se basa especialmente en Antimoniato de meglumina o estibogluconato de sodio, aunque también se utilizan otros medicamentos, como la amfotericina. La leishmaniosis emergió en Europa en la década de los 60. Según algunos trabajos prospectivos, es altamente probable que su incidencia en Europa se amplíe hacia el norte, como consecuencia del calentamiento global, a partir de los límites actuales de la enfermedad.

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