Salud y Bienestar

Las farmacias denuncian en dos años más de 100 productos milagro

  • Fórmulas adelgazantes y cosméticos han sido el objetivo prioritario del Centro de Detección creado por los colegios

El bombardeo de los productos milagro ha supuesto para los farmacéuticos un motivo de especial preocupación, por la utilización de su oficina como reclamo a la hora posicionar un tipo de productos en el mercado, pero principalmente por el riesgo que para la salud pública puede entrañar el empleo de los mismos.

El Consejo General de Farmacéuticos puso en marcha hace dos años el Centro de Detección y control de Productos Milagro, de la Organización Farmacéutica Colegial. En estos dos años de trabajo han interpuesto denuncias sobre 107 productos, dos laboratorios, una revista y dos artículos periodísticos. Según explica, Ana Aliaga, vocal de Dermofarmacia del Consejo General de Farmacéuticos, "cada vez realizamos una mayor actividad ante productos que puedan suponer un engaño o que puedan atentar contra la salud". En su opinión, el trabajo del Centro de Detección y Control de los Productos Milagro se debe a "un circuito más ágil entre consumidores, farmacias y colegios".

Los productos relacionados con el adelgazamiento y los cosméticos son las dos categorías de productos más perseguidos. Además, también tratan de hacer seguimiento de la publicidad de algunos productos que se anuncian como medicamentos cuando no lo son y viceversa (una de sus actuaciones recientes ha conseguido retirar del mercado un producto cosmético que incluía corticoides). A modo retrospectivo, Aliaga considera los años 80 como la época del gran boom de las fórmulas mágicas. Aguas imantadas, pulseras magnéticas o pinzas en las orejas para dejar de fumar recurrieron a las farmacias como canal de venta. "Juegan con la sugestión de la gente, en casos de difícil curación que acaban consiguiendo que el paciente abandone su tratamiento", indica.

En su opinión, en los últimos años "la farmacia ha cambiado", ya que "el prestigio de la profesión no se puede poner en juego". "Se dan a conocer mediante una publicidad agresiva, frecuentemente engañosa. Se diseñan y comercializan, aprovechándose de dudosas interpretaciones y lagunas evidentes en las reglamentaciones sanitarias", comenta.

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