Siempre he pensado que la salud dental es una de las asignaturas pendientes de la sanidad española. Y creo que ello es así a pesar de los pasos de que se dieron de forma pionera desde la Junta de Andalucía cuando en 2002 se comenzó el programa de salud dental para menores de entre 6 y 15 años.

Ese programa garantiza la asistencia dental básica y determinados tratamientos especiales a todas las personas de 6 a 15 años protegidas por el Sistema Sanitario Público de Andalucía; y ha sido una iniciativa que posteriormente con el tiempo se ha ido extendiendo a otras Comunidades Autónomas.

En mi etapa como Secretario General del Ministeriode Sanidad, se puso en marcha un programa nacional dotado con 12 millones de euros para extender el programa de salud bucodental a todo el territorio nacional, cofinanciando la extensión paulatina del programa hasta cubrir a la totalidad de la población española de esas edades.

Desgraciadamente el programa de eliminó por parte del Gobierno de Rajoy siendo hoy una realidad que no todos los ciudadanos de esa edades tienen asegurada la asistencia dental esencial por parte del sistema sanitario público.

En esta materia hay actualmente una enorme desigualdad en el conjunto de la sanidad española. De igual forma, soy de la opinión de que la asistencia dental del resto de la población española no está garantizada; y por lo tanto es evidente que la salud dental es desigual en España a pesar de que estamos en un país de los más desarrollados del mundo.

A pesar de todos estos factores, gracias al esfuerzo de profesionales y de algunas aseguradoras, cada vez hay más gente que logra acceder a la salud bucodental a precios cada vez más asequibles.

Pero es cierto que, en materia de salud, cuando el acceso a determinados servicios tiene un precio o una tasa (llamémosle como queramos), ello se convierte en una barrera de acceso para determinados colectivos de pacientes con menos recursos económicos.

Es por eso que pienso que sería una línea prioritaria la de apostar por asegurar una salud dental a toda la población; en primer lugar para la población de 6 a 15 años porque ello aseguraría el mayor éxito de las políticas preventivas que se aplican en estos programas.

Pero más adelante, con programas similares para el resto de la población que deberían desarrollarse en colaboración con los odontólogos para aprovechar la amplia red de servicios que existe hoy en España por la gran oferta privada de la que se dispone actualmente.

No hay nada que no se pueda hacer en esta materia si se plantea con una visión estratégica y estbleciendo objetivos a corto, medio y largo plazo.

La salud dental no debería ser una asignatura pendiente en España. Perdemos todos y es algo que debería tener remedio cuanto antes.

El coste de un objetivo como este no es demasiado elevado si tenemos en cuenta que la prevención aporta salud y a medio y largo plazo puede ahorrar costes y también, que el sector genera empleo cualificado. Empleo que, por cierto, en ciertos casos requiere más garantías para evitar tanto los abusos como la precariedad laboral.