EN LA PICOTA

El incierto efecto de la crisis del girasol

La patronal de los productores de girasol, la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles, no se atreve aún a evaluar el efecto que ha podido tener para los precios y las ventas del aceite de girasol la crisis motivada por la llegada a España de partidas contaminadas procedentes de Ucrania. De la recomendación de no consumir, dada el viernes 25 de abril por el Ministerio de Sanidad, se ha pasado al “no hay peligro”, aunque, con fecha del pasado miércoles, sólo 319 de las 600 marcas existentes reunía todos los requisitos para el consumo sin ningún tipo de riesgo para la salud. Entre ellas se encuentran el Grupo Acesur, con sede central en Dos Hermanas (Sevilla), Grupo Borges, Grupo SOS, con fábrica de aceite de girasol en Andújar para la marca Koipe y el Grupo Sovena, con sede en Sevilla pero de capital portugués.

Andalucía es la primera productora de España, con trescientos millones de litros producidos al año y una superficie de 230.000 hectáreas. “No sabemos cómo va a repercutir en el consumo. La crisis ha durado sólo unos días, y esperemos que se vayan reduciendo en los próximos días las pérdidas”. Es lo único que se atreve a decir el presidente de la patronal, Pedro Rubio. En la misma línea se sitúa Álvaro Guillén, director de Comunicación de Acesur Grupo-Coosur, una de las empresas líderes en Andalucía, productora también de oliva y presente en más de setenta países: “Cualquier crisis puede generar una desconfianza en los consumidores que no beneficia a nadie”, avisa, pero no cree que se beneficien de ello otros aceites, como el de oliva. “No pensamos que a corto plazo, y debido a esta situación coyuntural, vaya a subir mucho la demanda de oliva, ya que a cierto nivel de precios, los consumidores dejan de comprar aceite de oliva por ser caro”.

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