Congreso federal socialista

Mar de renovación en el PSOE andaluz

  • Zapatero impulsa un cambio imparable con la elección de la ex presidenta del Parlamento de Andalucía, Mar Moreno. Los andaluces han perdido un representante

El congreso ha sido puro marketing, como casi todos los congresos de los grandes partidos democráticos. En términos políticos, la nueva Comisión Ejecutiva Federal sólo se ha comprometido a impulsar la aprobación de una ley de plazos sobre el aborto en 2010, cuando era una promesa electoral de 2004, y el voto de los inmigrantes en las municipales, que encuentra un fácil acomodo en la Constitución”, asegura un ex dirigente de la Federación Socialista Madrileña.

“Al final, después de airear la enmienda de la dirección contra los crucifijos en lugares y actos públicos, Zapatero ha tenido que frenar la supresión de la liturgia católica en los funerales de Estado, y el resto de resoluciones sobre ampliación de derechos de autonomía –testamento vital y cuidados paliativos– difícilmente serán convertidas en actos de Estado en sus justos términos dados lo complicado que va a resultar encontrar los apoyos parlamentarios necesarios”, agrega este viejo socialista.

Otro ex peso pesado pero con militancia andaluza va más allá: “Los ponentes, seleccionados por su prestigio entre la militancia –Jáuregui y Griñán, principalmente–, han actuado como diques de contención para que las resoluciones definitivas no contaminaran el programa electoral”.

“El congreso sólo ha servido para liquidar a los cuadros que provienen del PSOE que salió de Suresnes. En 2000, Felipe González y Chaves señalaron a Pérez Rubalcaba como el representante del viejo PSOE, y Zapatero aceptó la recomendación. En 2008, el ministro del Interior está por su eficiencia, por su competencia, pero sólo se representa a sí mismo”, sentencia este militante del PSOE andaluz.

En este contexto no es extraño que el secretario de Organización, José Blanco, se permitiera, en el discurso de apertura, referirse al 27 Congreso Federal del PSOE, celebrado en Madrid en 1976, como si hubiera estado presente en él. Por muy prematura que fuera su vinculación al PSOE –en su biografía se sitúa en 1978–, con 14 años, lo normal era que estuviera terminando la EGB en la parroquia de Ferreira de Nigral, perteneciente al municipio lucense de Palas de Rei.

Después de escucharle equiparar en importancia esa cita congresual con la que estaba arrancando, con el legado de Suresnes en liquidación, Felipe González se levantó del plenario y se marchó presto y veloz por una puerta lateral, urgido posiblemente por una cita señalada como inaplazable en su apretada agenda de presidente del comité de expertos de la UE y de embajador plenipotenciario para la conmemoración del bicentenario de las colonias españolas en América.

La ex diputada gaditana y esposa de González, Carmen Romero, tampoco aguantó mucho tiempo en el acto de mujeres que abrió el sábado la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, con un discurso muy reivindicativo y feminista. Después de escucharla y fotografiarse con los delegados, Romero abandonó el congreso, sin dar pie a que la pudieran acusar de tener más protagonismo del debido.

En la apertura, Blanco se encumbró también cuando tuvo un emotivo recuerdo para el dirigente socialista andaluz Alfonso Perales, fallecido prematuramente a finales de 2006. Sin embargo, entre algunos asistentes, quienes conocieron bien al gaditano, la referencia dejó un sabor agridulce. Tal como manifestó, con sutileza trimilenaria, Gelos Tudela, uno de los más íntimos amigos de Perales, en un acto de homenaje que se celebró en Madrid con la presencia de Zapatero y Chaves poco después de su muerte, las relaciones con Blanco no eran fáciles. “Perales era tan buen persona que hablaba bien hasta de Pepiño”, dijo desatando las carcajadas de los presentes. Dicha sea toda la verdad, a pesar de que no se lo puso fácil, el gaditano le reconocía al gallego “una cierta astucia”.

Al final, Zapatero resultó reelegido casi por unanimidad (sólo recibió 14 votos en blanco del millar de delegados con derecho al voto), y completó el plan previsto dos semanas atrás: situó a Blanco como vicesecretario general, con competencias directas en coordinación política y en acción electoral, y convirtió a Leire Pajín, diputada alicantina y secretaria de Estado de Cooperación Internacional, en la número 3 del partido aupándola a una Secretaría de Organización rebajada de competencias. Y con el resto de la Comisión Ejecutiva Federal completó una profunda renovación, dejando sólo algunos referentes del pasado: Chaves, Pérez Rubalcaba, Javier Barrero y Octavio Granados.

En clave andaluza, tras pinchar la estrategia sucesoria diseñada por Chaves y los suyos –abortó que Pizarro fuera secretario general–, Zapatero impuso a Chaves como número 4 a María del Mar Moreno y la convirtió en pilar básico de la renovación en Andalucía. Previamente, ambos dirigentes pudieron pactar un relevo en la secretaría general del PSOE andaluz en dos o tres años, siempre que las encuestas lo aconsejaran, para convertir a la jiennense en la nueva secretaria general y en candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía.

Unas versiones apuntan a que Moreno se resistió porque no quería abandonar la Consejería de Obras Públicas, en la que había implicado a mucha gente de su confianza, y otras señalan que la jiennense veía prioritario, en su pelea por la sucesión, crearse un currículum como gestora. Finalmente, ante la insistencia de Zapatero, aceptó pero a cambio de no dejar su acta de parlamentaria andaluza y de entrar por la cuota autonómica en el Senado. En este sentido, el canje con García Garrido era la operación perfecta. Por cierto, este puesto de senador era el que Chaves le había garantizado a Javier Torres Vela, quien, al no ver cubiertas sus expectativas, decidió meses atrás abandonar la política activa.

Fuentes cercanas a La Moncloa destacan que Moreno cumple perfectamente con el perfil que buscaba Zapatero para el PSOE andaluz: es joven –42 años–, está preparada –licenciada en Derecho por la Universidad de Granada–, atesora experiencia política –integrante de las ejecutivas regional y federal y ex presidenta del Parlamento andaluz– y tiene un punto de independencia que le permitiría impulsar una profunda renovación sin atender a los criterios de equilibrio de los actuales patrones del PSOE andaluz: Luis Pizarro y Gaspar Zarrías.

Estas mismas fuentes indicaron que, “cuando toque, más pronto que tarde”, se producirá el relevo siguiendo más el modelo castellano-leonés que se ha llevado a cabo con el diputado segoviano Óscar López, que ha salido de la ejecutiva federal para hacerse cargo del partido en Castilla-León y ser el candidato en las elecciones autonómicas de 2007.

Aunque Chaves insiste en que no hay sucesión a la vista y que el PSOE andaluz ha salido mejor que nunca de este congreso federal, las caras del presidente de la Junta y de su más directo colaborador, Luis Pizarro, en la noche del sábado 5 de julio decían todo lo contrario.

Pero también los hechos: con Blanco como vicesecretario general y con Pajín como secretaria de Organización, el PSOE andaluz ha perdido el número 3 del partido que en el 36 congreso recayó en Alfonso Perales como secretario de Política Autonómica e Institucional y que pasó a manos de Carmen Hermosín cuando el gaditano falleció. Ahora ostentará el número 4, la Secretaría de Relaciones Institucionales y Política Autonómica, con María del Mar Moreno, pero con pocas garantías de que ésta vaya a seguir las directrices de Sevilla. Zapatero busca con ella acabar con las lealtades intermediadoras.

La discusión entre la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, y Chaves, en la cafetería de la planta 0 del congreso, a propósito de la elección de Soledad Cabezón como secretaria federal de Igualdad por indicación del PSOE sevillano, no fue tan importante como para calificarla de incidente. Lo único estentóreo fueron los gestos con los brazos del presidente de la Junta haciéndole ver a la ministra que él no podía hacer nada.

Pero sí es verdad que en otros tiempos esta escena de cafetería hubiera sido inimaginable, porque alguien le hubiera parado los pies “a la niña”, tal como comentó alguno de los presentes. Pero en los tiempos que corren, la “niña” es “una señora ministra” y forma parte del núcleo duro de la renovación que Zapatero ha puesto en marcha en el PSOE andaluz con referencias andaluzas alternativas en Madrid.

A todo esto hay que unir que el PSOE andaluz ha perdido un representante en la ejecutiva en comparación con los que tenía en la dirección saliente del 36 congreso. Que ese puesto haya sido cedido, en un acto de generosidad orgánica, al PSE-PSOE para el diputado vasco Eduardo Madina, una persona muy querida por la militancia socialista tras la entereza que ha mostrado siempre tras sufrir un atentado de ETA, sólo sirve para intentar realzar como buenamente se pueda que los socialistas andaluces estaban satisfechos tras haber recibido una Secretaría más, la de Educación y Cultura, que estará gestionada por Cándida Martínez, pero con José Andrés Torres Mora, zapaterista de pro, cuestionado permanentemente por ello como cuota andaluza como secretario ejecutivo de Cultura.

Curiosamente, además, el representante que se ha quedado fuera de la Comisión Ejecutiva Federal ha sido el del PSOE de Almería que dirige Martín Soler con la leal oposición en Madrid de Consuelo Rumí, una buena enemiga del partido. A buen seguro que la dirección socialista almeriense saldrán compensados del congreso regional que termina hoy en Granada.

La pedrea del comité federal, donde están Bibiana Aído, Carmen Hermosín, Miguel Ángel Moratinos, Consuelo Rumí, José Antonio Pérez Tapia, Juan Pablo Durán Sánchez y Martín Soler (con Javier de Paz como escandalosa sorpresa), y la presidencia del Comité de Ética y Garantía para Hermosín no representan el mejor de los resultados para un Chaves cariñoso que hasta tuvo tiempo para ejercer de nuevo de abuelo de Lucía, para un Luis Pizarro cuyo rictus recordaba el mismo que puso en el congreso provincial del PSOE gaditano de1990 en el hotel Atlántico de Cádiz y para un Gaspar Zarrías que, en esta ocasión, hizo menos kilómetros, alado con sus zapatillas deportivas, que en otras citas congresuales. Un enroque, con Martín Soler y Francisco Vallejo como alternativas, sólo serviría para aumentar el mar de dudas que se cierne en este fin de ciclo sobre el PSOE andaluz, que mira con cierta melancolía los días de calma chicha.

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