puertodelcalatraveño

Dos visiones del mundo rural

  • La Junta y la Subdelegación dibujan dos panoramas antagónicos sobre la seguridad en el campo en un claro enfrentamiento, otro más, entre los partidos políticos mayoritarios

Unos agentes patrullan por un camino.

Unos agentes patrullan por un camino. / el día

El campo cordobés como escenario del delito. No como lugar donde ocurren grandes atrocidades de apertura de informativo o de portada de periódico, sino de una criminalidad casi endémica que espera el inicio de las campañas agrícolas -del cítrico, del ajo o de la aceituna- para hurtar unas cuantas sacas de fruto para revenderlo, a veces apenas hurtos de supervivencia, en otras ocasiones bandas semiprofesionales que actúan para sacarse unos jornales con nocturnidad y alevosía.

No es que desde estas líneas vaya a salir en defensa de los enemigos de lo ajeno, pues bastante tienen agricultores y jornaleros para soportar precios raquíticos unos y condiciones muchas veces bochornosas los otros, pero la trifulca dialéctica protagonizada esta semana entre el delegado de Agricultura de la Junta, Francisco Zurera (PSOE), y el subdelegado del Gobierno en Córdoba, Juan José Primo Jurado (PP), debería de servir -si es que va a servir para algo productivo- para profundizar en las causas que en los últimos años han reactivado este fenómeno de los robos de fruto en el campo.

Zurera utiliza un tono alarmista que Primo Jurado refuta con unas palabras triunfalistas

Advertía de improviso el jueves el delegado de Agricultura, acompañado por representantes de las cooperativas y de las principales organizaciones agrarias -Asaja, COAG y UPA-, de que el mes de febrero puede ser "problemático" en la provincia si el Ministerio del Interior no amplía los medios materiales y humanos para atajar los robos en la fincas. Sorprende no sólo que el responsable de la administración autonómica lanzara este mensaje sumamente alarmista reconociendo no disponer de los datos oficiales, sino que acto seguido asumiera que una cosa son las frías cifras de la estadística y otra bien diferente es la sensación que existe en el mundo rural, pues los agricultores están "inquietos y desesperados". Ya se sabe que, contra la desinformación, no hay mejor fórmula que la información. Y que las cifras, por muy frías que sean, son las que al final quitan o dan la razón. Debería saberlo el delegado, pues no hay peor opción para perpetuar el miedo que azuzarlo como quien aviva una candela.

Uno casi llega a imaginarse al agricultor escondido tras la pata de un olivo aguardando a los cacos con un azadón si se sigue al pie de la letra el relato que hicieron Zurera y los responsables de las organizaciones agrarias. Una estampa que se consideraba ya superada, la de una España rural que se nos viene otra vez encima con sus amenazas en la noche y sus delincuentes de coche destartalado y fugas por caminos llenos de baches.

Vayamos a las cifras, como esgrimió el viernes en su respuesta el subdelegado del Gobierno, Juan José Primo Jurado. El campo cordobés cosechó durante 2016 un total de 686 sustracciones, 108 menos que en 2015 y el 12% del total de infracciones penales registradas en Córdoba. ¿Es mucho o es poco? Pues, según lo expresado en tono triunfalista por el representante del Ejecutivo central en la provincia, no hay motivo para la preocupación. Primo Jurado consideró "innegable" que el campo cordobés es "seguro", a lo que añadió que "la mejora de la seguridad agrícola no consiste en que la Junta de Andalucía pida incremento de efectivos de la Guardia Civil buscando titulares en prensa, sino en que ponga en marcha de una vez un plan normativo para el transporte y la receptación de la aceituna como llevamos pidiéndole mucho tiempo".

En esta visión idealizada del mundo rural cordobés, casi una reivindicación del bucolismo renacentista, uno se imagina arcoiris sobre los naranjales y casi puede acariciar a los linces que juguetean entre los riscos de los olivares de sierra. Y todo, claro está, porque el Gobierno de España "se preocupa de una manera excepcional" por la seguridad de los agricultores. Como prueba de ello, Primo Jurado esgrimió la creación de los equipos Roca de la Guardia Civil, especializados en la lucha contra los robos en el campo.

Pero ahí están los datos fríos de la estadística, tozudos en su contundencia: 686 sustracciones en el último año, casi dos robos al día en la provincia. ¿Son muchos o son pocos? Pues depende del cristal con el que se mire y de quién los analice, como ha ocurrido esta última semana. Lo único claro es que la estrategia del miedo debe quedar fuera del debate público, y mucho más cuando el ámbito objeto de la polémica es la seguridad ciudadana y el sustento de miles de familias cordobeses. Por este camino, desde luego, uno sólo puede perderse entre los olivares. Mesura y seriedad, por favor.

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