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La fortaleza inexpugnable

  • La consejera de Cultura se compromete a iniciar una negociación personal con la propietaria del Castillo de Montemayor como última posibilidad para conseguir la apertura del monumento

La consejera de Cultura, Rosa Aguilar, y el alcalde montemayorense, Antonio García (IU), cara a cara el pasado jueves.

La consejera de Cultura, Rosa Aguilar, y el alcalde montemayorense, Antonio García (IU), cara a cara el pasado jueves. / barrionuevo

El Castillo de Frías, que corona la localidad de Montemayor, forma parte del paisaje de la campiña cordobesa desde que fue construido en el siglo XIV con motivo de la repoblación de la villa. Sus almenas se alzan imponentes sobre el caserío y se vislumbran, en la lejanía, desde Montilla o Espejo. Ubicada en el corazón no sólo del municipio sino también de los vecinos, la fortaleza permanece sin embargo inexpugnable. Está ahí, a tiro de piedra de azoteas y balcones, se ve desde las ventanas de los dormitorios y los comedores, pero quienes caminan a diario a la sombra de sus muros apenas pueden ver más allá que las copas de los árboles que asoman, o el jardín que aparece, como un edén inalcanzable coloreado por buganvillas, al otro lado del portón que da a la plaza.

Más allá hay una incógnita, una mole de seis siglos de antigüedad que generaciones enteras de vecinos nunca han podido visitar. Y todo apunta a que la situación no cambiará en los próximos meses después de que la Consejería de Cultura haya validado la dispensa concedida en su día a la propietaria y que le exime de aceptar las visitas turísticas al monumento pese a tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC). Los vecinos de Montemoyor, que hace unos meses constituyeron una plataforma ciudadana, conocían esta semana que sus esfuerzos han servido para poco, pues el Castillo permanecerá ahí, desafiante, ante sus casas, y todavía inexpugnable.

Un esperado gesto de generosidad podría dar un giro de 180 grados al presente de la localidad

El alcalde, Antonio García (IU), que se había propuesto al inicio del mandato conseguir que el monumento abriera sus puertas, confesaba el jueves su desilusión ante esta nueva decisión de los técnicos de la Delegación de Cultura, que han vuelto a dar la razón a la propietaria del bien, parapetada tras los muros de piedra. El único hilo de esperanza que queda en el municipio es el compromiso expresado por la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, de iniciar personalmente conversaciones con la propietaria para exponerle la situación y animarle a que tome en consideración la propuesta, toda vez que la apertura del monumento a las visitas turísticas supondría un auténtico revulsivo para la economía de la localidad. Fórmulas hay muchas y se pueden buscar -visitas parciales, sólo durante ciertas épocas del año- para compaginar el disfrute particular y una actividad turística respetuosa y con límites.

Rosa Aguilar tiene en los próximos días un reto complicado, pues han sido unos cuantos los alcaldes de la localidad que han fracasado en el intento de abrir una negociación con la propietaria, María Concepción de Silva y Azlor de Aragón. El último, el actual regidor, que ha tenido que conformarse con una carta remitida al Ayuntamiento por la propietaria en la que cerraba cualquier oportunidad de mantener siquiera una conversación cara a cara para conocer las pretensiones de la corporación municipal y los anhelos de los vecinos bajo el argumento de que el Castillo es su residencia habitual.

La prudencia debería imperar a partir de ahora en este asunto y, de hecho, la plataforma y el alcalde montemayorense ya han dicho que dejarán al margen las reivindicaciones durante unas semanas para no enrarecer la situación y que las conversaciones se desarrollen en el clima más adecuado posible. Por lo pronto, los vecinos no deberían contemplar lo acaecido hasta el momento como un fracaso, sino como una manera de devolver a la primera línea de la agenda política una reivindicación histórica que ha arrancado un compromiso por parte de la consejera.

Habría que apelar, por otra parte, al sentido de la solidaridad de la propietaria, que con un gesto de generosidad podría dar un giro al presente de la localidad, pues la apertura de las puertas del Castillo no supondrá sólo una inmersión en el pasado, sino una proyección hacia el futuro.

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