AVE, una obra para la historia

Una acción de tres gobiernos

El AVE Córdoba-Málaga, una de las obras de infraestructura más importantes de la historia de la provincia, ha rebasado una barrera simbólica, la de los 20 días, para su inauguración. Será el próximo 23 de diciembre, una efemérides que quedará guardada en los archivos para siempre y que culminará los anhelos, esfuerzos y desvelos de los muchos protagonistas que ha tenido este proyecto antes de hacerse realidad. Uno de ellos ha sido el siempre polémico Francisco Álvarez Cascos, ingeniero de profesión y quien en su etapa de ministro de Fomento no se cansó de repetir que una gran obra pública tarda diez años en ejecutarse desde que se mueve el primer papel.

Acertó de pleno, pues hace diez años, concretamente el 21 de enero de 1997, fue precisamente su sucesora, Magdalena Álvarez, quien como consejera de Economía de la Junta de Andalucía reclamó al Gobierno de José María Aznar que reservara fondos de la Unión Europea para acometer la conexión ferroviaria de alta velocidad entre Málaga y la línea que ya unía Sevilla con Madrid. Ésta se había inaugurado con motivo de la Exposición Universal de 1992 y era la única existente en esos momentos en España.

El 23 de diciembre la política malagueña cerrará el círculo que ella inició y acompañará al presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, en la inauguración de una obra que cae como un regalo de Navidad. Atrás quedan más de 2.100 millones de euros de inversión para construir 155 kilómetros de línea que pondrán a Málaga en el selecto club de las ciudades AVE, para conectar la Costa del Sol con Madrid en menos de dos horas y media, para consolidar a Antequera y a Puente Genil como grandes ciudades de la logística de Andalucía.

El AVE ha sido la obra de tres gobiernos, los de las dos legislaturas de Aznar y la actual de Zapatero, y motivo constante de confrontación política pese a que los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, se han comprometido con el proyecto. Éste también ha contado con el impulso decisivo de la Junta de Andalucía, que convenció al Ejecutivo estatal de su importancia y estuvo dispuesta a acometerlo por su cuenta en caso de negativa. Tampoco el Ayuntamiento de Málaga se ha quedado atrás en la demanda de la infraestructuras. En 1999, la entonces alcaldesa, Celia Villalobos, amenazó a su partido con no presentarse a la reelección si no asumía el proyecto, y Francisco de la Torre convirtió en empeño personal que se acometiera a la vez el soterramiento de las vías férreas a su paso por la ciudad aprovechando la obra del AVE.

El proyecto ha tenido muchas otras consecuencias positivas. Las nuevas estaciones María Zambrano y Santa Ana, en Málaga y Antequera, y la de Puente Genil, son un ejemplo de modernidad ferroviaria. Y el aeropuerto de Málaga jugará un papel aún más destacado en Andalucía con la llegada del AVE a su puerta. La Terminal Pablo Picasso se consolidará como puerta aérea de la comunidad al asegurarse un enlace por tren con todas las capitales andaluzas en poco más de una hora de viaje.

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