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Que viene el lobo

  • Municipios del Norte de Córdoba se posicionan en contra del programa de sensibilización sobre el lobo ibérico en Sierra Morena, una especie que merece muchas más atención

El consejero de Medio Ambiente, José Fiscal, defiende en Montoro el Life.

El consejero de Medio Ambiente, José Fiscal, defiende en Montoro el Life. / el día

Hace décadas que el aullido del lobo ibérico no se escucha en Sierra Morena. Lo advierten los colectivos ecologistas y lo confirman los datos oficiales de las administraciones públicas. El II Censo Nacional elaborado por el Gobierno central, con datos de 2013-2014, recogía una población de 297 manadas en toda España, pero ninguna en Andalucía. Los indicios más cercanos de Canis lupus signatus al Sur de Sierra Morena se remontan al año 2013, cuando el Centro de Análisis y Diagnóstico de la Fauna Silvestre, con sede en Málaga, certificó la recogida de cinco excrementos de lobo, tres de ellos en la Sierra de Andújar (Jaén), y dos de ellos en el continuo de bosque mediterráneo formado por las sierras de Hornachuelos y el Norte de Sevilla. Desde esa fecha, no hay otros indicios. Ni observación directa ni ningún tipo de evidencia.

Pese a ello, poco han hecho las administraciones competentes para enmendar esta situación. Mientras que la Consejería de Medio Ambiente ha gastado millones de euros en recuperar la población de lince ibérico, águilar imperial o buitre negro, el lobo sigue al margen. Porque, no nos olvidemos, el lobo es un animal indeseado en el poderoso imaginario popular. Y desde la Caperucita roja que plasmó por primera vez en papel Charles Perrault a la fábula de los tres cerditos, se ha ganado el desprecio en los entornos rurales. Y luchar contra creencias de siglos no es fácil.

El año pasado, la Junta de Andalucía aprobó el Programa de Recuperación del Lobo Ibérico en Andalucía, cuyo objetivo es reducir las amenazas y consolidar los grupos familiares que se detecten -ninguno en la comunidad, no hay que olvidarlo-, pero de ningún modo su reintroducción. Esto es: en ningún caso se van a hacer sueltas de lobo ibérico, como sí se hace con otros animales en peligro como el lince. De hecho, esta pasada semana los consejeros de Medio Ambiente de Andalucía y Castilla-La Mancha protagonizaban la liberación de un ejemplar de este felino rodeados de niños, una estampa inimaginable en el caso de un lobo. También se ha puesto en marcha un proyecto Life que se basa en la comunicación, con un objetivo muy claro: reducir la enemistad que genera esta especie y dotarla de un perfil de amiga y favorecedora de la caza.

Una misión, sin duda, que se antoja casi imposible. Como muestra, el posicionamiento en contra que ya han expresado diversos municipios del Norte de la provincia como Villanueva de Córdoba, donde la ganadería es la base del sustento de muchas familias, temerosas de que el aumento de la población de lobos ponga la economía doméstica contra las cuerdas. En este posicionamiento en contra está jugando un papel decisivo la Asociación Jóvenes Agricultores (Asaja), que está llevando a los plenos municipales una moción en contra del lobo.

La proposición, de hecho, se debatió en el último Pleno de Pozoblanco, aunque aquí no salió adelante al entender los grupos políticos de IU-Cambiemos, PSOE y En Positivo que dicho programa sólo tiene previstas actuaciones referidas a la concienciación y sensibilización en positivo de la coexistencia del lobo ibérico en Sierra Moreno, sin que tenga prevista una reintroducción de ejemplares. El PP fue el único grupo que se mostró a favor de la moción y se situó en contra del programa de Recuperación del Lobo Ibérico en Andalucía, un posicionamiento que sería disparatado si la moción se hubiera referido a otras especies antes citadas, como el lince ibérico o el águilar imperial, donde parece que sí hay unanimidad absoluta sobre la importancia de su reintroducción a la naturaleza.

La clave, de nuevo, es el poderoso imaginario popular. Aunque tampoco puede obviarse la falta de diligencia que suelen mostrar las administraciones a la hora de reparar daños provocados por el medio natural. Agilizar todos los trámites y mejorar las ayudas en caso de ataques al ganado también serían factores a tener en cuenta a la hora de convencer a las comunidades ganaderas de que el lobo es algo más que ese animal indeseado de las historias infantiles.

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