La empresa alemana Erlebnis Akademie Ag (Eak) hizo el lunes su presentación en sociedad en Córdoba. Con todo el boato del salón de plenos del Palacio de la Merced y rodeados de multitud de cargos públicos de la provincia, entre ellos los más altos representantes de la Diputación de Córdoba y la Junta de Andalucía en la provincia, los representantes de la compañía desgranaron un proyecto que trasciende los límites de Villafranca de Córdoba e incluso de la provincia: la construcción de un parque de la naturaleza con una torre mirador de 35 metros de altura sobre los bosques de Sierra Morena. La inversión superará los seis millones de euros, se crearán 30 puestos de trabajo directos y se recibirán alrededor de 200.000 visitas al año, unas cifras que el sector turístico puede contabilizar en muy pocos puntos de Córdoba, siquiera en la capital.

El proyecto nace a imagen y semejanza de otros siete ya desarrollados por la compañía en entornos de gran valor medioambiental de Alemania, la República Checa y Eslovaquia. Entre ellos, la isla de Rügen, declarada Patrimonio Mundial por la Unesco, si bien el consejero delegado de la firma, Bernd Bayerköhler, aseguró que no se trata de desarrollar en el Sur de Europa un proyecto alemán, sino de adaptarlo a la idiosincracia del Valle del Guadalquivir.

Muchas incógnitas de la iniciativa están sin resolver, como la cesión del suelo público

Las autoridades allí presentes, como el presidente de la Diputación de Córdoba, Antonio Ruiz, o la delegada del Gobierno de la Junta, Rafaela Crespín, aprovecharon el momento para expresar el respaldo de estas instituciones al proyecto. También el alcalde villafranqueño, Francisco Palomares (PSOE), insistió en que el Ayuntamiento dará todas las facilidades posibles a la compañía para que este paseo sobre las copas de los árboles, que incluirá un centro dedicado al lince ibérico, sea una realidad.

Lo cierto es que en la misma comparecencia pública se plantearon multitud de incógnitas, desde la misma financiación de las obras -la empresa asegura que será con fondos propios y préstamos- hasta los posibles conflictos medioambientales que pudieran surgir pese a que el paraje donde se ubicará, el parque periurbano de Fuente Agria, no cuenta con una especial protección medioambiental. Algunas de estas incógnitas quedaron en el aire, sin despejar. Y las administraciones públicas no supieron responder, por ejemplo, cómo se solucionarán los problemas burocráticos derivados de la cesión del suelo, que en la actualidad es propiedad de la Junta de Andalucía y que no parece un problema fácil de solventar viendo los embrollos que en Córdoba suele suscita cada nuevo proyecto y cuántos han quedado guardados en cajones o cogiendo polvo en alguna estantería mientras las administraciones no saben muy bien qué hacer.

De ahí la sensación que quedó durante la puesta de largo de contemplar un castillo en el aire más que un proyecto tangible que vaya a ponerse en pie en poco tiempo como el mejor mirador posible sobre el bosque mediterráneo. Ojalá que así sea, desde luego, y que las administraciones, los empresarios, los vecinos, los ecologistas y los promotores vayan de la mano al menos una vez por el bien de la provincia, y no ocurra por ejemplo como con la declaración de Sierra Morena como parque natural, que tantas voces disonantes ha encontrado.

El proyecto lo merece por su originalidad y por el revulsivo que puede suponer para el turismo de todo el Alto Guadalquivir, que no anda sobrado de inversores. La compañía ya trabaja "fundamentalmente junto con agentes locales" y entiende el sendero a la cima de los árboles como "plataforma para transmitir a los visitantes conocimientos sobre la flora y la fauna locales, pero también sobre la Historia, la cultura o la geología de la región de una forma entretenida e interesante", según las palabras que empleó Bernd Bayerköhler durante la presentación. Que no sea sólo un castillo en el aire.