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Las alegaciones presentadas al Plan de Ordenación de las Lagunas del Sur de Córdoba han provocado, cuando menos, sorpresa entre los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente. Cuando en el seno de la Junta se esperaban algunas objecciones al documento, resulta que la mayoría de las argumentaciones presentadas en el periodo de exposición pública han ido encaminadas a reclamar a la Administración autonómica que amplíe el área de protección a otros enclaves del Sur de la provincia. De hecho, se solicita la inclusión en ese plan de las lagunas de El Donadío (Santaella), La Quinta y El Rincón del Muerto de Baena o El Jarambel (en Aguilar). A esta se unirían otros humedales históricos ya secos: Las Lagunillas (Aguilar) y Navarredonda (Puente Genil).

Según ha podido saber El Día, han sido ocho las entidades alegantes, entre las que se incluyen tres ayuntamientos (Santaella, Aguilar de la Frontera y Puente Genil), colectivos ecologistas, organizaciones agrarias, empresas y particulares. En general, casi todos piden además que se mejore el uso público del área de protección, aunque también hacen referencia a la necesidad de que se permita la actividad agraria en determinadas zonas, que se tenga en cuenta las infraestructuras eléctricas ya existentes y que se vigile el impacto que puede generar el desembalse de aguas en Malpasillo.

En principio, este plan de ordenación afectará a una docena de enclaves y a sus respectivas áreas de influencia. En primer lugar está un conjunto de zonas húmedas endorreicas compuesto por las reservas naturales de las lagunas de Zóñar, Amarga, del Rincón, Tíscar, los Jarales y el Conde (también llamada El Salobral). A ellas se unen los parajes naturales que conforman los embalses de Cordobilla y Malpasillo. Estas cubetas de agua se localizan en los términos municipales de Aguilar de la Frontera, Lucena, Luque y Puente Genil, además de Badolatosa (Sevilla). El ámbito de aplicación del proyecto incluye también a otros cuatro humedales que actualmente están desecados o en fase de restauración, como son las lagunas Dulce, de Santiago, del Remendado o parte de la Molina Ramírez.

Otra de las alegaciones hace referencia a la necesidad de que se delimite claramente el área del acuífero que alimenta la laguna de Zóñar, de manera que se eviten posibles riesgos de que se pueda autorizar un actividad fuera del entorno del humedal pero demasiado cerca del perímetro de la bolsa de agua que surte a Zóñar.