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Política de barra y de sala de fiestas

  • El PP de la Diputación acusa al responsable de Hacienda de hacer una gestión de barra de bar con las ordenanzas fiscales y el PSOE perfila su futuro en La Manzana de Adán

Antonio Ruiz y Juan Pablo Durán, rodeados de cargos públicos del partido, en La Manzana de Adán.

Antonio Ruiz y Juan Pablo Durán, rodeados de cargos públicos del partido, en La Manzana de Adán. / juan ayala

La política es cosa de tabernas. Que se lo digan al diputado provincial de Hacienda, Salvador Blanco, que el miércoles hizo una defensa de la manera de encarar la cosa pública desde la barra de un bar donde, dijo, es imposible mentir. "Si te pillan en un renuncio o en una media verdad, te lo dirán a la cara", vino a decirle al portavoz del PP en la casa palacio, Andrés Lorite, quien días atrás había criticado a Blanco por sus formas al confeccionar las ordenanzas fiscales de 2018. Como si estuviera en una taberna, le dijo a modo de crítica.

Pues no sería una taberna un mal sitio para hacer política, acompañados los debates de un medio de vino, bajo la mirada atenta tal vez de una foto de un Manolete serio y ensimismado. Debería tenerse en consideración, pues los parlamentos y salones de plenos son a veces lugares inhóspitos y desagradables, con debates vacíos y solemnemente inocuos. La cosa es que las ordenanzas fiscales salieron adelante: el recibo del agua subirá un 1% en 2018 y el de la basura bajará un 5%. El recorte podría haber llegado al 10% y podría haberse aplicado varios años atrás, pero por unos y otros la decisión no se ha tomado hasta ahora. Los porqués, ante una copa de fino en una taberna.

Y de una barra con solera a un salón de fiestas, aunque la verdad hubo poco que celebrar ayer en La Manzana de Adán, en otros tiempos uno de los símbolos del boom económico de Lucena y donde el PSOE ofició ayer su XIV Congreso Provincial. El clima oficial de cohesión, como se encargaron de promulgar Juan Pablo Durán y Antonio Ruiz en sendos discursos oficiales, al final no lo fue en absoluto.

Poca manzana para muchas bocas, así que las negociaciones para designar a quienes a partir de ahora ocuparán los distintos órganos de dirección del partido se convirtieron en un camino de purificación para entrar al paraíso. En los pasillos de La Manzana de Adán hubo nervios y tensión, carreras de una a otra sala y muchos corrillos, nada que no sea habitual en un congreso de este calado. Del PSOE y de cualquier partido, como dijeron los más experimentados del lugar. Al alcalde de Palma del Río y exsecretario provincial del partido, José Antonio Ruiz Almenara, hombre tranquilo y sereno, le encomendaron el papel de mediador entre los bloques de Antonio Ruiz y la delegada del Gobierno de la Junta en Córdoba, Rafaela Crespín, antes amigos y ayer rivales. Ruiz Almenara intentó repartir la manzana lo mejor que pudo, pero su papel fue en vano.

La clave: el presidente de la Diputación y los suyos expusieron que el pacto firmado con Crespín para ir de la mano a las primarias después de que ésta amagara con disputarle el cargo era únicamente para que ella asumiera el cargo de secretaria de Organización, y no para ocupar el 50% de la ejecutiva, como los de Crespín defendieron. En los pasillos se oyó un poco de todo, aunque no todo es aquí reproducible. "Los pactos son para cumplirlos", pronunciaron, en latín, los de Crespín. "No se puede llegar a un congreso con maneras próximas a la coacción", farfullaron los otros. La cuestión es que nadie se atrevió a sacar el documento de la polémica, aunque haberlo haylo, como las meigas en Galicia, aseguraron unos y otros. Cuestión de fe. Como Adán y Eva, como la manzana y el paraíso, como la cohesión en un partido político.

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