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Florece el vino en Montilla-Moriles

  • La cosecha de 2015 será un 13% menor a la pasada, pero la calidad de la uva se mantiene La primera recogida de Europa arrancó en la campiña cordobesa

Llega la mañana y despierta la viña. Hombre y mujeres, con sombrero de paja y camisas de manga larga y color claro, entre bestias y máquinas, acuden puntuales a la cita anual. El campo está de fiesta, comienza la vendimia. Cuando el otoño asoma y la hoja amarillea, los jornaleros van en busca de buenos brazos que acarreen la fruta hasta los almijares. Esto se debe hacer desde el alba, para que el sol no te coja de camino y no se recaliente la uva en la canasta. Con el otoño a las puertas, las viñas se llenan de buenos brazos dispuestos a culminar, un año más, el eterno ciclo de la vid.

Un ciclo siempre igual, y siempre nuevo, que da comienzo nada más terminar la vendimia anterior cuando se inician los trabajos para preparar la tierra y las plantas para la llegada del frío, y que duran todo el año. Mientras tanto, la viña ha ido pasando de la desnudez al esplendor, de la aridez a la fecundidad, de la muerte a la vida. Tiernas yemas al principio que estallan en hojas y zarcillos. Diminutos racimos de uva que no son más que florescencia. La floración, en primavera, cuando en el silencio de las bodegas como si se tratara de un eco, florecen los vinos en el marco Montilla-Moriles. Y por fin, a finales de mayo, el milagro del fruto de la uva, que engorda y madura con las calores del verano hasta rebozar dulzura. Uvas que esperan la mano que sabe arrancarlas. Antes de llegar a este momento, ha tenido que transcurrir todo un año de sudores, de incertidumbre, de miedo a la sequía, a las lluvias inoportunas, a las heladas, al granizo, al viento, a los insectos y a las plagas, de desesperación e impotencia ante los arrebatos de la madre naturaleza.

Los tractores cargados de uva y las largas colas al medio día en las cooperativas comienzan a forman parte de la escena diaria de la campiña cordobesa, lo que evidencian la llegada de la vendimia. El marco Montilla-Moriles fue el primero de la Unión Europea (UE) en el que arrancó la vendimia el pasado 22 de julio y se prolongará, aproximadamente, hasta finales de septiembre. Una zona productora que, debido a su peculiar climatología y a las variedades que cultiva, tiene el honor de abrir el periodo de recolección de la uva en el viejo continente.

El reloj marca las seis de la mañana. Una camisa clara a rayas y unos pantalones largos grisáceos de lino están preparados encima de la mesa. Junto a ellos, su fiel acompañante, el sombrero de paja color miel dispuesto a resguardar de las más de seis horas de calor que le esperan a su dueño. Las tijeras y los guantes aguardan en la puerta. Al fondo de un pasillo estrecho se escucha una voz que supera al resto en tono y hace de despertador para sus dos hijos. Llegó el momento de ponerse en marcha. Desde los 12 años, José Casas vive por y para la uva, relata mientras pasea por sus tierras colmadas de viñas. Sus manos arrugadas y ennegrecidas denotan los años de trabajo. Con entusiasmo y brillo en la mirada, señala los racimos que van llenando las cajas en los liños. Uno tras otros llenan el remolque que enfilará la cooperativa con su jugosa carga.

José Casas es propietario de una viña en las tierras de Montilla. Comenzó la recolección de la uva el día 17 de agosto. Su cuadrilla, compuesta por cuatro miembros de su familia, ya han recogido cerca de 20.000 kilos. "Aproximadamente cada trabajador recoge 600 kilos diarios", cuenta Antonio, hijo de José, quien añade que, "de momento, no tenemos una previsión de lo que vamos a recoger, y hasta que terminemos no sabremos cuánto habremos recogido, porque el calor ha hecho mucho daño a la cosecha".

Sus cepas son de la variedad pedro ximénez (PX) y están destinadas a la pasera, por lo que su precio se incrementará cerca de un 15%, según confirma Casas. El kilo de uva ronda los 0,35 céntimos de euro, y al ser de la variedad destinada a la producción de pedro ximénez, puede llegar a pagarse hasta unos 10 céntimos más. "El precio de una arroba de vino, 16 litros, es de unos 30 euros aproximadamente", destaca José.

El inicio de la vendimia depende del grado de maduración de la uva que se desee obtener, es decir, del momento en el que los niveles de azúcares y los ácidos en el grano del fruto han alcanzado el valor óptimo para el tipo de vino que se desee producir. La fuerte sequía que afectó a la demarcación cordobesa durante la pasada primavera y las altas temperaturas registradas durante los meses de verano han hecho que la producción vitícola decrezca con respecto al año pasado, asegura José. Algo que corrobora el director gerente de la Denominación de Origen Montilla-Moriles, Enrique Garrido, que prevé una merma del 13% con respecto a la cosecha pasada. Garrido calcula que en las más de 5.000 hectáreas del marco regulador se van a recoger unos 30 millones de kilos de uva hasta final de septiembre, mientras que el año pasado recogieron 47.257.985 kilos. El segundo año consecutivo que se reduce la producción.

"La graduación que alcanzan estas uvas es de 14,5 grados de media", resalta José. Al igual que en el año 2014, en la cosecha de este año el nivel de azúcares y ácidos en el grano de la uva ha alcanzado su nivel óptimo antes de lo previsto. "Pese al descenso en la producción, la calidad de la uva es excelente, ya que las altas temperaturas de los últimos meses ha impedido el desarrollo de ciertos insectos dañinos", explica el enólogo de la cooperativa La Unión, José Garramiola. Asimismo, considera que el descenso de la producción se puede suplir con el aumento de la calidad del fruto, "por lo que la pérdida en dinero no será tanta".

Margas espesas y blandas forman ondulados cerros y laderas de color verde, poblados de cortijos y lagares, de olivar y viñedo. Los vinos de Montilla-Moriles son un valioso patrimonio legado de padres a hijos, de generación en generación. Charo Jiménez pertenece a la cuarta generación de El Lagar La Primilla, situado en la sierra de Montilla y a la falda del Cerro Macho. "Nosotros trabajamos 365 días al año, todos dedicados a la producción de nuestros vinos", asegura. Manuel Torres es el encargado de la elaboración del vino y acude con frecuencia a la viña para recoger el fruto que lleva mimando durante todo el año. Mientras camina por los interiores del Lagar, asegura que la calidad del vino no sería la misma si el proceso de recogida se hiciera de manera mecanizada. "Si las vides se recogen manualmente podemos hacer una selección previa que la máquina no haría y, además, alternamos la recogida según la graduación de las zonas, dándole tiempo a madurar", aclara el encargado. Con una copa de vino en la mano y el olor a la cosecha de 2014 impregnado en el ambiente, apostilla que la crisis, por lo menos en su finca, no ha perjudicado al negocio, ya que "el vino es mucho más barato que otras bebidas alcohólicas y hasta los más jóvenes han empezado a consumirlo".

El consejo Regulador Montilla-Moriles ampara la producción vitivinícola de 17 municipios de la provincia de Córdoba, situados en la Campiña Sur y en la Subbética. En conjunto, cuenta con alrededor de 5.500 hectáreas de viñedos. La localidad de Montilla celebrará su Fiesta de la Vendimia, declarada de Interés Turístico Nacional, del día 4 al 7 de septiembre. En esos días, se conmemora la cosecha de la uva y se procederá a la tradicional pisa del fruto, en la que se extrae el mosto y se ofrece a la Virgen de las Viñas.

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