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Córdoba ilumina el mundo

  • Ximénez instala 50 millones de puntos de luz en distintos países y en empresas tan prestigiosas como la joyería neoyorquina Tiffany

Alguno de los diseños de la empresa pontanesa Iluminaciones Ximénez.

Alguno de los diseños de la empresa pontanesa Iluminaciones Ximénez. / rafa alcaide / efe

Nueva York, Hong Kong, Dubai o Moscú son algunas de las grandes urbes iluminadas por el grupo empresarial de la localidad cordobesa de Puente Genil Ximénez Group, creador del segundo árbol de Navidad más alto de Europa, instalado en Granada, y el más elevado de toda Latinoamética en San Salvador (El Salvador). "Si ponemos en línea los 50 millones de puntos de luz que hemos producido este año, uniríamos Puente Genil con Moscú", se sorprende el responsable del departamento de Exportación del holding cordobés, Francisco Ximénez, tercera generación de creadores de luz.

Cuenta que para comprender todo el éxito mundial que tiene la marca hay que remontarse a la idea de "un Amancio Ortega cordobés", su abuelo, "un visionario, alguien con una capacidad empresarial que supera los conceptos de la mercadotecnia más innovadora". En plena posguerra española regentaba una tienda de electrodomésticos en su pueblo y se dio cuenta de que la estrella que puso en su escaparate realizada con unas bombillas se convirtió en "el atractivo de Puente Genil y de todos los pueblos de alrededor que iban solo a verla". "Nosotros ahora hemos hecho lo mismo, que la iluminación sea el atractivo turístico de las ciudades", relata Francisco, que tomó esta idea de su abuelo y la ha convertido en un concepto de mercadotecnia mediante un estudio que ha desarrollado para la Universidad de Gales.

Málaga recibió más de 2,3 millones de personas en menos de 30 días el año pasado, asegura, y la ciudad de Vigo les pidió un proyecto que lograse atraer a visitantes solo por la iluminación. "Y hemos desarrollado un túnel de luz que está llenando la ciudad" cuenta con satisfacción Francisco, que ha heredado el espíritu emprendedor de su abuelo y está inmerso en el desarrollo de productos bajo la máxima de "reinventar el concepto de la iluminación".

La traducción de todo esto ha sido que, este año, el escaparatismo de la firma neoyorkina Tiffany & Co, donde Audry Hepburn desayunaba en la mítica obra de Blake Edwads -Desayuno con diamantes-, tiene acento cordobés: los diamantes brillan aún más gracias a la empresa de Puente Genil que ganó un "competitivo" concurso internacional en el que trabajaron "muy duro", comenta.

Y es que a la producción de bombillas de aquel visionario empresario con el que su nieto comparte nombre, se suma la incorporación de las nuevas tecnologías, como la implantación del LED de bajo consumo, y con la tercera generación ha llegado la digitalización de los montajes con la que pueden hacer cambiar de color y proyectar imágenes cambiantes para que "cada vez que pases por una luminaria, sea distinta", detalla.

La empresa ha evolucionado de la prestación de un servicio como es el alumbrado público de las calles de las ciudades, que también siguen haciendo de manera cada vez más eficiente, a diseñar y producir auténticas obras de arte con apoyo de diseñadores internacionales, como Adolfo Domínguez Amaya Arzuaga, y arquitectos como el alemán Ben Busche, que crean elementos que hacen de la luz un producto comercializado en todo el mundo.

"Lo más llamativo son los motivos navideños, los túneles de luz, los grandes árboles", asegura Francisco, que está en pleno proyecto con un país musulmán, pues le han encargado elementos para la celebración mundial el Ramadán el próximo año.

Siempre con "el más difícil todavía como reto", este año en Puente Genil han instalado por primera vez un túnel de luz pero en el suelo, además de los impresionantes árboles de San Salvador o Granada. También iluminan gimnasios y hoteles de lujo en ciudades de Oriente Próximo, mediante sistemas ocultos que permiten que las estancias y productos tengan luz, controlándolos por un mecanismo digital.

Y todo gracias a una estrella con un puñado de bombillas que desde mediados del siglo pasado encendió un botón en Puente Genil gracias al que hoy se ilumina el mundo.

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