Provincia

Cientos de afectados impotentes en el lodo

  • En Aguilar de la Frontera y Bujalance se repitieron las escenas de desolación tras una noche en vela retirando barro · Pánico y miedos son los sentimientos comunes entre los vecinos

Agua, fango, casas inundadas, coches amontonados en la calle, cientos de personas gritando, llorando de impotencia, desoladas ante el paisaje que se ofrece ante la vista. Ése es el ambiente que se respira en Aguilar y Bujalance en las últimas 36 horas, los municipios cordobeses más afectados por las lluvias de la noche del lunes, donde cientos personas no paran de limpiar y desalojar sus casas, cansados, exhaustos y confiando en despertarse de un mal sueño. A la tragedia que viven en sus casas se une el dolor por la muerte de tres vecinos y, sin apenas ganas de hablar, sólo se preguntan ¿por qué?

Desde las 21:00 del lunes hasta las 02:00 de la madrugada, una gran tromba de agua convirtió las calles de estas dos poblaciones en un río, en un inmenso cauce que pasó sin apiadarse de nada ni de nadie. Y es que lo que empezó siendo una simple tormenta de verano con más truenos que lluvia derivó en el caos.

Al cabo de no más de tres horas lluvia, los vecinos recuerdan que las calles eran un auténtico río por donde bajaban coches, motos, tubos de hormigón como si fueran "corcho". Una de las afectadas de la zona de la estación de Renfe en Aguilar, Paula Fernández, presenció cómo una pared de su casa se venía aplastándolo todo y dejando una gran abertura por donde entraba el agua a "borbotones". "Mis hijos y yo nos encontrábamos en mi casa cuando observamos que a la pared empezaron a salirle grietas por las cuales comenzaba a entra el agua", dijo. Paula recuerda entre lágrimas cómo vio a dos chicos en una moto a los que la corriente los arrastraba sin poder detenerse.

Otro de los vecinos de esta zona, Cristóbal Galisteo, narra cómo observó media docena de coches bajar la calle arrastrados por la riada y caer a un barranco. "Cuando comenzó la lluvia me encontraba en la calle y me fue imposible llegar a mi casa", relata Galisteo, quien añade aún aterrado que "los vecinos me tuvieron que alojar en su casa". "Hemos pasado un miedo atroz y en 36 años que tengo no he visto nada parecido".

La propietaria de bar La Esquina, María del Carmen Cabezas, llora desolada. "Me encontraba de vacaciones en Málaga y me llamaron diciéndome lo que ocurría; sin embargo, no me esperaba nada como esto". María del Carmen cuenta como el agua sobrepasaba el metro de altura y las botellas, frigoríficos, máquinas de tabaco, entre otras cosas del establecimiento, quedaron enterradas en fango. "Calculamos que hemos perdido unos 30.000 ó 40.000 euros".

Pánico, terror, miedo y desolación son los sentimientos que transmiten los aguilarenses, que corren de un lado para otros desesperados y miran al cielo cada segundo por el miedo a una nueva tormenta. Ese pavor tardará tiempo en diluirse, porque como comentan algunos, "creía que esto sólo pasaba en las películas". Algunos recurren a su familiares, incluso en otros municipios cercanos, porque carecen de luz y agua en sus viviendas. "Creí que iba a morir", comenta Carmen Ríos, que vive en la zona avenida Córdoba y que recuerda que el agua entraba por puertas, ventanas y desagües. "Hubo un momento que no podía más, se fue la luz y desistí, si me ahogo me ahogo", cuenta Carmen mientras abraza a su hermano y a su madre.

Carlos García, de 27 años y con esclerosis múltiple, se encontraba en su coche en la calle y fue arrastrado por la riada. "Esto ha sido criminal; iba con mi mujer en el coche me sentí impotente y no podía hacer nada", recuerda entre sollozos. Entre varios amigos pudieron rescatarle, ya que la silla de ruedas con la que se desplaza se había quedado anclada en el fango.

Pero la peor parte se la ha llevado la barriada de El Tejar, donde unos 200 vecinos fueron desalojados. Uno de los afectados, Manuel Cabezas, dice que ha perdido cuatro coches, la nave donde trabajaba ha reventado entera y su casa, de la que tuvo que huir nadando, se encuentra cubierta de barro. "Estoy desesperado", es lo único que expresa. Antonio Zafra, que tiene un negocio de verduras y frutas, lo ha perdido todo, ya que el lodo ha entrado en la nave donde se encontraba todos los alimentos, echando a perder todo el trabajo de un año.

En Aguilar y Bujalance el pánico aún mantiene despiertos a los vecinos. a cientos de personas que lamentan que lo han perdido casi todo, pero que recuerdan que Esperanza, José Antonio y Juan Luis corrieron peor suerte, porque se dejaron sus vidas en el camino.

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