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seguridad ciudadana | en sevilla desaparecen una media de cuatro o cinco motos al día

La Policía detuvo a 16 personas por robar vehículos sólo en agosto

  • La Jefatura pone en marcha dos grupos para dar respuesta al delito que más creció en el primer semestre del año

  • La mayoría de los robos son de motos o ciclomotores pequeños

La Policía Nacional ha puesto en marcha dos nuevos grupos operativos para combatir los robos de vehículos, el delito que más ha crecido en el primer semestre del año en la ciudad. Las nuevas unidades echaron a andar a principios del verano y sus resultados ya se aprecian en las estadísticas. Sólo durante el mes de agosto, todavía con buena parte del personal de vacaciones, fueron detenidos 16 delincuentes por su presunta participación en las sustracciones de ciclomotores y motocicletas y en robos en interior de coches.

Aunque estas nuevas unidades se están centrando ahora en combatir el incremento de esta modalidad delictiva, en el futuro pueden dedicarse a la lucha contra cualquier delito y al refuerzo del trabajo de otras unidades del cuerpo. Es decir, si la presión policial hace bajar los robos de vehículos en los próximos meses, pero en cambio han aumentado otros delitos que ahora permanecen más estancados, ambos grupos pueden reorientarse a ese trabajo. Las dos nuevas unidades son el Grupo Operativo de Apoyo (GOA) y el Grupo de Acción Táctica y Apoyo Logístico (Gatal), y tienen su sede en la comisaría de la Policía Nacional en Sevilla Este. El primero está en marcha desde el 10 de julio y el segundo lo estaba unas semanas antes.

Las motos se roban para cometer delitos o para desguazarlas y vender las piezas

La idea surgió del jefe de la comisaría provincial de Sevilla, Andrés Garrido, que había trabajado con este tipo de grupos en Madrid. El responsable del GOA es el inspector José María Belloso, que trabaja codo con codo con una subinspectora y una quincena de policías. Ellos se encargan de filtrar todas las denuncias relacionadas con los robos de vehículos que se presentan en las comisarías de distrito. Esto sirve para buscar patrones, es decir, si se han dado repuntes puntuales en una zona determinada de la ciudad, qué tipo de vehículos son los más codiciados por los ladrones y para qué los emplean.

A raíz de esto surgen dos líneas de trabajo. La primera es la llamada Operación Cristal. Se centra en la investigación de los robos en interior de vehículos y se llama así precisamente porque la mayoría de ellos se producen previa fractura de alguna de las lunas del vehículo. Esto se da principalmente en los coches que están aparcados en la vía pública. Ya no se roban radiocasetes como antaño, pero se siguen sustrayendo herramientas o sistemas de retención infantil, que pueden tener una buena salida fácil para su reventa. También se está dando el robo de baterías de coches. El inspector Belloso recuerda la importancia de las inspecciones oculares para poder esclarecer estos robos. Es decir, se han dado casos de ciudadanos a los que les han partido el cristal del coche y lo han llevado a arreglar antes de que lo viera la Policía. Esto invalida cualquier trabajo de los investigadores.

La segunda operación es la llamada Cofre, término con el que se conocen los baúles de las motos. Esta línea de investigación se dedica al robo de ciclomotores y motocicletas. Casi todos los vehículos que se sutraen en Sevilla capital son de dos ruedas, con la excepción hecha de los coches de alta gama, para lo que se necesita una mayor especialización de los delincuentes. Pero más del 90% de los vehículos sustraídos son ciclomotores y motocicletas de pequeña cilindrada, de 50 o 125 centímetros cúbicos. Los ladrones prefieren las scooters para moverse por la ciudad que motos más grandes.

El robo de estos vehículos ha crecido mucho, pero en parte se debe a que también ha crecido mucho la demanda de los mismos. En Sevilla cada vez hay más motos porque este es el medio de transporte más cómodo y rápido para moverse por la ciudad. A principios de junio, la media estaba entre las cuatro o cinco motocicletas y ciclomotores sustraídos cada día en las calles Sevilla. En el primer semestre del año se registraron 854 robos de vehículos o en el interior de ellos, lo que supuso un 54% más que el mismo periodo del año anterior, datos que ya dio a conocer Interior en agosto. Las motos se suelen robar de dos formas. La más sofisticada es llevando una grúa para retirar la moto y cargándola en una furgoneta. Y la otra, más sencilla y habitual, es la de romper el bloqueo y hacer un puente. Para ello, antes han tenido que romper el candado con una cizalla, que suelen llevar ocultas en mochilas para no llamar la atención.

El destino de estos vehículos puede ser doble. Por un lado, están las motos que los ladrones roban y utilizan para desplazarse o cometer algún delito, como un tirón. Luego se deshacen de ellas. La Policía ha encontrado motos robadas que habían sido calcinadas, lo que supone un indicio evidente de que el delincuente quería borrar sus huellas del vehículo porque posiblemente lo habría utilizado para alguna actividad ilegal. También han aparecido motos arrojadas al canal de Torreblanca. En todos estos casos, los vehículos son trasladados a las dependencias de la Policía Científica, en Blas Infante, donde son sometidos a una inspección ocular por parte de los especialistas de esta unidad, que tratarán de encontrar algún resto biológico del sospechoso. En otras ocasiones se han hallado motos robadas que estaban perfectamente aparcadas y protegidas con candado en alguna otra calle de Sevilla, lo que indica que simplemente está siendo usada por el ladrón o la persona que la tenga para sus desplazamientos.

El otro destino de las motos robadas es su despiece y venta por piezas. Para ello es necesario ya una mayor infraestructura, pues los delincuentes han de contar con un taller clandestino o desguace donde hagan este trabajo. Éste fue precisamente el germen de una de las últimas operaciones policiales contra el robo de vehículos, desarrollada por el grupo de Policía Judicial de la comisaría de Triana, que se saldó con la detención de tres personas que se dedicaban a vender piezas de motos sustraídas a través de páginas webs dedicadas a la venta de objetos de segunda mano, como Mil anuncios. Los ladrones operaban desde un taller de Palmete y llegaron a ofrecer más de 200 piezas robadas. También se producen a veces robos por encargo.

Las motos tienen un número de bastidor que es clave para que los agentes puedan saber con certeza si se trata del vehículo que buscan o no. Los ladrones lo primero que hacen es cambiar el chasis, para no despertar sospechas. A veces hasta lijan y repintan la zona en la que está el número de bastidor. Por ello, los agentes aconsejan a los propietarios de ciclomotores y motocicletas que hagan lo mismo que con las joyas, fotografiarlas y tratar de personalizarlas al máximo, que tengan alguna inscripción o grabado que pueda ayudar a identificar la moto en caso de robo. Incluso hay empresas que se dedican a colocar geolocalizadores.

El análisis de los lugares en los que se roban y/o se recuperan las motos permite a estos dos grupos disponer de planes operativos específicos. Así, es posible montar un dispositivo -de paisano o de uniforme, en función de las necesidades del servicio- en torno a una bolsa de aparcamiento en la que se hayan dado varios robos. Si una moto se roba en un distrito y aparece en la otra punta de la ciudad, da una idea de que hay una delincuencia más itinerante o especializada detrás.

Otra parte del trabajo policial se centra en los ladrones que rompen los cristales de coches

Toda la información obtenida a través del filtrado de las denuncias se facilita a todas las unidades, para que los patrulleros que están en la calle sepan que en una determinada zona se está dando un incremento de robos. También se pasan los datos de las matrículas por si algún agente ve algunas de las motos robadas. "Se trata de aunar esfuerzos, de que sea un trabajo en equipo de toda la Policía. Y también de aplicar el concepto de patrullaje inteligente, el de tener información previa sobre cómo se están moviendo los delincuentes", apunta el inspector Belloso.

Una vez que filtran las denuncias, los policías del GOA y Gatal se ponen en contacto con las víctimas de los robos para preguntarles algún detalle más concreto que se haya podido pasar por alto en la denuncia. Con ello, además de perfeccionar el trabajo, los agentes tratan de mandar un mensaje a la ciudadanía, que no es otro que el de la confianza en la Policía. "Tratamos de dar una respuesta con eficacia, adaptarnos a los movimientos y horarios de los delincuentes, y por otro lado también ejercer un trabajo de prevención y disuasión".

Para el jefe del GOA, este tipo de delincuencia urbana es un "goteo constante. Es algo totalmente distinto a una investigación de un homicidio o de una organización dedicada al tráfico de drogas, en la que hay que hacer un trabajo duro, pero centrado en un grupo de personas y que finaliza con la detención del autor del homicidio o la desarticulación de la banda de traficantes. Aquí es un trabajo constante, que requiere de una Policía permanentemente en alerta y multidisciplinar". Aquí resulta clave el papel que juega la colaboración ciudadana. Ya se han recuperado algunas motos gracias a las llamadas ciudadanas, que en ningún caso implica tener que ir a declarar ni a comisaría ni ante el juez. Sólo es una pista para que la Policía inicie una investigación.

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