Pero qué cuerno pasa con las banderas. Nos estamos volviendo majaras. Cada cierto tiempo nos da por ahí, por sacar banderas a pasear. En Cataluña han llegado a una insana contaminación icónica y ahora les imitan los de la España banderil. Debe de ser un gran negocio para alguien, para el que fabrique banderas. Pero el negocio para los demás es ruinoso. Y, al fin y al cabo, todo esto siempre ha tenido que ver con el negocio y no precisamente con el del fabricante de banderas. ¿O de qué estamos hablando, a ver si me entero? Todo esto de las patrias va de pasta, desde Garibaldi al Zollverein. Luego sí, Verdi, Goethe y todo el santoral. El sentimiento, la identidad, blablabla. Una bandera se resume en una sola palabra: nosotros. El nosotros implica obligatoriamente otra presencia: los otros. Mal comienzo, fans de las banderas. Que piense en ello el alcalde cada vez que iza una.

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