Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

'Tontás' en 5G

Las aplicaciones móviles son capaces de sustituir acciones tan simples como ver el pañal de tu hijo o abrir el frigorífico

Siempre he tomado una prudente e higiénica distancia con las nuevas tecnologías. No tuve vídeo hasta que las entrañables cintas me demostraron su utilidad y entonces conseguí una más que aceptable, feo está el decirlo, colección de películas que todavía echo de menos; lo mismo me pasó con la irrupción del CD que uno no veía la necesidad de sustituir los vinilos hasta que lo probó y ahora vuelven a estar de moda; igual con el mp3 que me sirvió para ir esnortao por la calle con la música a todo lo que daba. Lo del teléfono móvil me costó algo menos y hace más de veinte años sucumbí a un Alcatel de dos toneladas y media que hacía imposible que te lo dejaras olvidado en cualquier sitio y cuya batería duraba mes y medio. Conforme han ido pasando los años, las redes sociales, de las que me considero un tarugo sin posibilidad de recuperación, me han llevado a aparatejos más complicados, pero que voy manejando con dignidad.

Lo de la Feria de Barcelona, que empecé a seguir -como todos- con los desplantes a Su Majestad, me ha convencido hasta qué punto puede llegar la estupidez humana a la hora de enfrentarse a las nuevas tecnologías de las que pretendo seguir siendo cuanto más lego y lerdo mejor. Lo primero fue lo del coche con internet, de lo que una empresa presume de que puedes ir viendo vídeos de Youtube¡en la consola central del vehículo! Vamos a ver, almas de cántaro, si la Guardia Civil te quita hasta los puntos del Eroski si te ve a menos de medio metro de un móvil porque te puedes estampar contra el muro más próximo, ¿se imaginan cruzarse con un pazguato mirando, por ejemplo, el vídeo de Marta Sánchez con el himno nacional?

En la última jornada, una muchacha encantada con su trabajo se mostraba orgullosa de que a través del teléfono de marras puedas ver lo que tienes en el frigorífico y hacer la compra. Llámenme loco, pero pagar sopotocientos -gracias Forges- euros por un móvil y bajarse la aplicación correspondiente es una de las mayores estupideces que he visto recientemente y que puede sustituirse con -¡oh, sorpresa!- si la susodicha abre la puerta de su heladera. Así de simple, so mema. No fue lo último. Otra se empeñó en convencernos de lo vital que es tener otra aplicación para ver en tu teléfono si a tu hijo hace falta cambiarle el pañal. Se lo juro, es cierto. Espero que le retiren la custodia a esa persona que es capaz de mirar su teléfono antes que mirar a su hijo. Con semejantes estupideces vestidas de innovación, no saben las veces que he echado de menos mi Alcatel.

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