Tribuna

Manuel Cascos Fernández

Presidente Nacional del Sindicato de Enfermería (Satse)

Enfermería versus involución

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Enfermería versus involución

Florence Nightingale es considerada la precursora de la enfermería profesional moderna. Nació en 1820 y estaría muy consternada si descubriera que, transcurridos más de 100 años desde su fallecimiento, las mentes de algunas personas apenas han evolucionado.

¿Las enfermeras son mujeres que atienden a los hombres y limpian a los viejos? Hace dos siglos, el hecho de que hubiera personas que pensasen así podría entenderse, pero que en 2017, en nuestro país, haya articulistas que así lo difundan desde la plataforma privilegiada que le ofrecen los medios de comunicación de masas es, simple y llanamente, deleznable.

Lo es para las miles de enfermeras que vienen luchando desde hace muchos años para acabar, de una vez por todas, con una serie de estereotipos retrógrados y pueriles que minusvaloran y denigran su actividad profesional.

Las enfermeras no son mujeres con cofia que cumplen sin pestañear las ordenes de otros profesionales, las enfermeras no son mujeres serviciales que se limitan a ofrecer un vaso de agua y una palabra cariñosa a un enfermo y las enfermeras no son, ni mucho menos, mujeres que tienen un "oficio" parecido al de las prostitutas.

Los profesionales de Enfermería son mujeres, y también hombres, que deciden dedicar su vida a cuidar a los demás y, para ello, se forman durante cuatro años en la Universidad. Como resultado, adquieren una cualificación y competencias que hacen que su labor sea única e imprescindible dentro de nuestro Sistema Sanitario.

Son profesionales admirados en el extranjero y muy bien valorados por sus pacientes, aunque no ocurra lo mismo con las distintas administraciones sanitarias que continúan sin adecuar las plantillas a las necesidades reales de los ciudadanos, perpetuando durante años el bochornoso honor de ser el país europeo que tiene menos enfermeras por habitante.

Son profesionales que atienden y cuidan a la personas a lo largo de toda su vida, pero que también investigan, forman, educan y gestionan recursos esenciales en los centros sanitarios. Son la "mejor marca España", como dijo la conocida periodista Ana Pastor, y "parte esencial del pegamento social de nuestro país", como señaló el también periodista Carles Francino.

Por todo ello, indignan más si cabe las palabras del escritor y periodista Arcadi Espada en su reciente columna de opinión "el sueldo mísero de las enfermeras". Alusiones que han generado un gran malestar, no sólo en mi persona y en nuestra organización sindical, sino en las cerca de 300.000 enfermeras y enfermeros de nuestro país.

Quiero pensar que no era su intención menospreciar o dañar de manera gratuita a mi profesión, ni compararla con otras actividades que no tienen ninguna relación con ella, pero comentarios como los suyos son propios de una España adusta, arcaica, quejosa, que no avanza ni respeta como debiera a sus gentes y profesionales.

Flaco favor nos hacemos todos si damos pábulo a reflexiones personalistas que perjudican a mujeres y hombres que, como es el caso de los profesionales de Enfermería, logran con su esfuerzo y trabajo que la vida del señor Espada y del resto de españoles sea mucho mejor.

Desde el más profundo respeto a la libertad de expresión que garantiza nuestra Carta Magna, le recuerdo al señor Espada y le recordaré a cualquiera que ofenda gravemente a mi profesión una frase de Florence Nightingale: "Si pudiéramos ser educados dejando al margen lo que la gente piense o deje de pensar, y teniendo en cuenta sólo lo que en principio es bueno o malo, ¡Qué diferente sería todo!".

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