El 'invierno demográfico', cada vez más frío

Hacen falta dos pactos, uno social y otro político, para frenar el más que preocupante descenso de la natalidad en España

Los datos facilitados por la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) vuelven a encender todas las alarmas sobre la drástica caída en nuestro país de la natalidad: el 70% de las mujeres menores de 35 años no tienen hijos. Aunque es cierto que la Medicina ha mejorado notablemente en técnicas como la fecundación in vitro y que, por tanto, la edad fértil de la mujer no ha parado de crecer, también lo es que, como advierte la SEF, los riesgos para la madre y el bebé aumentan exponencialmente a partir de los 35 años. En este sentido, el presidente del Comité Organizador del XXXII Congreso de la SEF, Juan Antonio García Velasco, advierte de la poca conciencia social y política que hay en España sobre lo que ya se denomina como el Invierno Demográfico.

No es la primera vez que analizamos el problema de la natalidad en España, cuyos datos son cada vez más preocupantes (ya mueren más personas que nacen). Nuestro país, que antaño fue uno de los que lideraron el boom demográfico en Europa, es hoy en día el Estado con la tasa de natalidad más baja del continente: apenas 1,34 niños por mujer. Evidentemente, las mujeres tienen el derecho a tomar las decisiones que estimen oportunas sobre si desean seguir o no el camino de la maternidad, pero todo indica que las difíciles condiciones para conciliar la vida laboral y la familiar es uno de los factores determinantes de este Invierno Demográfico. No estamos sólo ante un problema que se pueda resolver con medidas políticas, aunque éstas también son necesarias, sino que ante todo requiere un pacto social que debe tener su base en la familia. Nadie puede negar que, hoy por hoy, y pese a que se ha avanzado mucho en igualdad en los últimos tiempos, las mujeres son las que siguen volcadas en el cuidado de los menores, con el consiguiente perjuicio para su vida profesional y privada. En este sentido, los hombres deben dar un paso adelante en la crianza de los hijos en sus niveles más prácticos y cotidianos. El cuidado de los menores tiene que ser una tarea absolutamente compartida.

Además, las fuerzas políticas deben pactar un acuerdo que aumente considerablemente las ayudas a la natalidad, no bajo la fórmula ya fracasada del cheque-bebé, sino con el desarrollo de una ambiciosa red de guarderías y medidas fiscales que permitan a una pareja joven poder tener hijos sin renunciar a los parámetros contemporáneos de bienestar. Es urgente que se tomen medidas. En esta cuestión vamos ya demasiado tarde.

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